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Un espejo que refleja la próxima fase del "modelo"
Columna de Carlos Pagni en La Nación
23 de mayo de 2009
Por tercera vez Hugo Chávez estatizó empresas del principal grupo industrial de la Argentina, Techint. Por enésima vez Hugo Chávez nacionalizó compañías privadas. Pero, por primera vez, el empresariado argentino repudió, por unanimidad, las disposiciones del caudillo bolivariano y solicitó a Cristina Kirchner que interviniera ante él para evitarlas.
La novedad es relevante: la socialización de la economía venezolana se ha convertido en un contenido de la política local. No sólo porque los Kirchner se niegan a desmentir su complicidad con la embestida de su principal socio internacional contra la mayor empresa argentina. También porque el soliloquio oficialista sobre "el modelo" se transformó ayer en una discusión instalada en la campaña electoral.
El avance oficial sobre la esfera privada ha sido en los últimos meses tan sistemático, que los principales empresarios del país miran hoy a la expropiación chavista como el espejo que podría adelantar la radicalización del estatismo local para después del 28 de junio. Siempre y cuando el Gobierno conserve fuerzas para encarar ese proceso, claro.
Nadie como Chávez para alentar leyendas urbanas. Su visita de la semana pasada inspiró versiones delirantes. Que con él vinieron aviones cargados de armas para abastecer milicias populares; que trajo valijas rebosantes de dólares para el proselitismo de sus anfitriones, en una versión mayorista del escandaloso Antonini Wilson; que encabezó una comitiva de expertos en populismo autoritario para asesorar a los Kirchner -lo que supone que ellos necesitan tomar clases-. También animaron la imaginación otros detalles: por ejemplo, el reciente ingreso en el país, con pasaporte venezolano, del misterioso productor cinematográfico argentino Fernando Sulichin, quien ya había viajado en el avión de Chávez para la asunción de la Presidenta y que, hace pocas semanas, fue sugerido a varios banqueros como un eficiente lobbista ante la administración nacional.
Hubo hipótesis menos afiebradas. La más común, que Pdvsa podría comprar a los Eskenazi la deuda que contrajeron para adquirir su participación en YPF, presume que esa familia kirchnerista quiere alejarse del negocio petrolero, según aseguran algunos empresarios españoles.
Secuencia
La secuencia de estas horas fue una confirmación gozosa para quienes querían ver en aquel viaje alguna combinación bolivariana: el 16 de mayo, estadía de las familias Chávez y Kirchner en El Calafate; el 21 de mayo, anuncio de la estatización de tres empresas de Techint.
El silencio del Gobierno justifica las suspicacias. La Presidenta, otra vez, no abrió la boca. La Cancillería dejó trascender que era "un problema de una empresa privada". Julio De Vido, otrora componedor invisible entre la familia Rocca y el chavismo, desapareció de la escena.
Esas abstenciones contrastan con las proclamas empresariales de ayer. La UIA, la AEA, la Adeba, la Cámara de Exportadores, la Bolsa de Comercio, la Cámara Empresaria de Medios de la Comunicación Independientes, entre otras organizaciones, repudiaron la nacionalización y pidieron al Gobierno una mediación.
Sin embargo, lo más importante de esas declaraciones es que, con la excusa del caso venezolano, los empresarios se pronunciaron, por primera vez desde 2003, en defensa de la inversión privada y del mercado, y en contra del intervencionismo estatal. Ni con la estatización de las AFJP hubo una advertencia tan extendida y explícita. Los hombres de negocios que, sin esperar a que desde Techint se lo pidieran, se expresaron de esa manera, no le hablaron a Chávez, le hablaron a Kirchner.
En la socialización venezolana se está condenando la eventual socialización argentina. Porque el silencio del Gobierno y su posible connivencia con aquella operación son episodios de una tendencia local.
Los amigos que ofrecieron su casa a Chávez para que meditara frente al glaciar su próxima jugada estatizadora son los mismos que convirtieron en empresas mixtas a las principales compañías privadas argentinas, apropiándose de sus activos por la vía de la Anses. Y los empresarios que ayer, tarde pero seguro, predicaron las bondades del capitalismo, debieron abrir sus directorios a delegados del Gobierno.
El anfitrión
El líder del "Socialismo del Siglo XXI" fue el huésped de un candidato que propone la "profundización del modelo", mientras se solaza en la recuperación para el Estado de empresas privatizadas: el Correo, AySA, Aerolíneas, Area Material Córdoba... Es el representante del Gobierno que intervino en TGN, de Techint. Es el candidato que, antes de postularse, puso sobre la mesa la pistola de una ley de intervención sobre los medios y que ahora amenaza a los bancos. Es el referente de una pingüino-burguesía que prepara su próximo desembarco en Telecom.
Para que los empresarios se manifestaran como lo hicieron ayer, no alcanzó con la convicción. Fue necesaria una emergencia.
No hace falta que ponga plata. Chávez ya prestó un servicio inestimable. Otorgó densidad a lo que en el discurso oficial era mera retórica. Gracias a este Mussolini tropical, el jefe del PJ encontró un contradictor con el cual discutir "el modelo". Es el empresariado. ¿Lo será la oposición? Quienes enfrentan al Gobierno en las urnas compartían ayer su silencio. Si en el seno de la clase política argentina existiera, como quieren los Kirchner, una contradicción ideológica, hasta anoche el matrimonio iba ganando esa batalla.