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Sed de revancha
El fanático argentino tuvo que esperar 25 años para poder ver nuevamente al equipo en la final de la Copa Davis, por eso esta jornada no fue una más
23 de septiembre de 2006
Por Diego Provenzano (Especial para Asteriscos.Tv)

Las puertas se abrieron temprano, antes de las 10:00, y las colas para ingresar al predio del Parque Presidente Julio Argentino Roca llegaban casi a la rotonda que une las avenidas Roca y Escalada.

Con el frío presente, pero sin la lluvia que los dejó con el festejo del partido de Acasuso atragantado, los hinchas tenían un común denominador a la hora de resguardarse del clima.

Banderas por encima de los hombros, camisetas manga larga, gorritos, bufandas y todo lo que pudieran calzarse con los colores celeste y blanco, los simpatizante llegaban con la ilusión de estar en un día histórico para el tenis nacional.

De a poco, las 14 mil butacas se fueron ocupando para vivir ese mini-partido que tenía como protagonista al reformado Lleyton Hewitt, que se había portado como un "señorito inglés" en la primera jornada.

"Acasuso gana tranquilo, después con los cordobeses (David Nalbandian y Agustín Calleri) no podemos perder", presagiaba Carlos, que llegó desde Río Cuarto para ver esta semifinal.

El era mentor de esa bandera que se apreciaba en lo alto de la tribuna general colgada de las baranda plateadas, que apoyaba con un: "Vamos Córdoba".

Diego Maradona, como ayer, vestía la remera con el apodo del misionero, para demostrarle, más que nunca, que desde su lugar estaba con él.

Obviamente, el "Diez" volvió a ser protagonista de cada inicio de cantito argentino futbolero, hasta del "olé, olé, olé, Chucho, Chucho", con el que recibieron al tenista.

Ni hablar cuando metió esa derecha fulminante contra el fondo del court que dejó a Hewitt sin respuestas, para darle el segundo punto a la Argentina.

Y tanto aliento tuvo su premio. Apenas terminado el encuentro, luego de fundirse en un abrazo con el capitán Alberto Mancini, "Chucho" se sacó la remera y se la ofrendó a Diego, agradeciendo el apoyo.

"Desde ya te digo que va derechito al museo que tengo en casa, y es más, va a ocupar un lugar muy importante ahí", comentó Maradona a algunos periodistas.

La confianza estaba en alza. El punto del doble se presentaba complicado en los papeles, contra dos experimentados jugadores de esta especialidad.

El empuje venía desde el centro del país, con los cordobeses Nalbandian y Calleri apoyados por una gran cantidad de coterráneos que llegaron desde la provincia mediterránea.

Así sólo gozaron con las alternativas de un encuentro que se fue definiendo de a poco, gracias a la concentración que mostraron los locales.

Palo y a la bolsa. Por fin, los argentinos pudieron de disfrutar de una semifinal en casa -la primera de las últimas cuatro-, y festejar el paso hacia la obtención de la Ensaladera de Plata, luego de haber recorrido y llenado varios estadios durante este último cuarto de siglo.

"Dale campeón, Dale campeón" y el clásico "Olé, Olé, Olá" con las banderas al viento, decoraron la fiesta en la repleta cancha central del Parque Roca.

Y como las segundas partes nunca fueron buenas, se ilusionan con una victoria de Estados Unidos sobre Rusia, para tratar de buscar venganza de aquella final de 1981 (en Cincinatti por 3-1), aunque con otro escenario y la esperanza renovada.