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Gran Cuñado: de los “excesos” a la falta de memoria
Al gobierno le “gusta” la imitación de la presidenta pero habla de ciertos “excesos”. De Menem a Perón y el particular humor político nacional
13 de mayo de 2009
Por Roberto Aguirre Blanco
La lupa del humor político en la Argentina sufre de una gran desmemoria, especialmente desde los despachos oficiales.
Es gracioso cuando se habla “del otro” y poco festejado cuando revela las propias contradicciones, y en ese escenario mediático, el kirchnerismo mira con cierto recelo cada gesto que los autores de “Gran Cuñado” y de los actores que visten a la presidenta y su esposo Néstor.
“Tuvo momentos bien logrados pero hubo algunos detalles donde me parecieron que hay excesos", dijo el ministro de Justicia Aníbal Fernández sobre la imitación a la presidenta Kirchner quien la noche del martes entró a la casa y ya fue “nominada” por el público.
En los pasillos oficiales el segmento de humor de Marcelo Tinelli en “Showmatch” es un tema recurrente y donde se suma la idea del temor de cómo afectará a la imagen presidencial y los efectos a la hora de las próximas elecciones.
La falta de disfrute de este espacio de humor se aleja mucho de las risotadas y complicidades que se generó cuando del mismo programa se armó un sketch con Freddy Villarreal personificando al ex presidente Fernando de la Rúa.
Con la “complicidad” del entonces jefe de Estado, Néstor Kirchner en 2004, se habilitaron los despachos oficiales y zonas reservadas para el descanso presidencial para permitir el ingreso de las cámaras a una vedada para los medios periodísticos.
Así se relataron las “andanzas de Fernando, el mandatario que siempre dormía la siesta”, como decía por ese momento el santacruceño a la televisión de todo el país, sin filtros.
Esa mirada relajada hacía la imagen de otra persona no es la misma cuando el humor apunta a las figuras de la pareja presidencial y allí se denota una falta de sentido a festejar las ocurrencias de los demás.
Uno de los presidentes mas denostado desde el humor político fue justamente Carlos Meném quien en la década del noventa hasta pareció festejar ser tomado como referente de la máscara y la imitación, y en muchos casos justamente en el programa de Tinelli, aunque cabe añadir aquí que siempre con una humorada cómplice de los protagonistas del ciclo televisivo.
Sin embargo, siempre hay “más papistas que el papa” y tanto en los años del menemismo como en los del gobierno de De la Rúa surgieron adictos al gobierno de turno que salieron a defenestrar a Tinelli y su mirada crítica sobre los mandatarios.
El actual director creativo de “Gran Cuñado”, el humorista Nik, quien en las últimas horas recibió amenazas por el ciclo de “Showmatch” recordó que en los noventa también sufrió de este acoso y fue subido de prepo a un automóvil y golpeado por sus dibujos críticos en La Nación.
Siempre se buscó al idea de resguardar “la imagen presidencial” atacar a aquellos que hacen humor político con los protagonistas de la vida nacional, más aun si son del oficialismo de turno.
¿Una elección se puede ganar o perder en un programa de televisión?. No hay respuestas definitivas a este cuestionamiento y sí datos concretos de la identificación de mucha gente con los personajes y sus tics que los desnudan sin contemplaciones.
De todas formas, “Gran Cuñado” respeta la historia del humorismo político argentino en TV y sus grandes creadores como Tato Bores quien hablaba sin filtros por teléfono con los dictadores mas crueles del país.
También “Telecómicos” de Aldo Cammarotta, en los difíciles años setenta donde se atrevió a poner cara a cara las imitaciones de Juan Perón y el ex presidente de facto Alejandro Lanusse jugando con la idea que al líder justicialista “no le daba el cuero para volver al país”.
Reírse, sin dudas la forma más natural de ver nuestra realidad. ¿Habrá alguien a quien no le gusta que esto sea así?