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Kirchner sacrifica todo en el altar electoral
Por Joaquín Morales Solá para LA NACION
6 de mayo de 2009
Los Kirchner están sacrificando en el altar electoral lo poco que queda de la política exterior y las últimas nociones del orden público interno. Atizó la eterna disputa entre dirigentes gremiales, más preocupados por ampliar sus espacios de poder que por defender a los trabajadores, y lesionó seriamente la relación con México, la economía más grande de habla hispana, según la medición de 2008 del Fondo Monetario Internacional. Hay mucho de especulación electoral, en efecto, aunque algo de ideología se está colando también en esa estrategia de cuidar, desesperadamente, pobres intereses electorales.
Los vuelos desde México se cancelaron porque el Gobierno temió que una epidemia de gripe porcina lo golpeara en vísperas electorales. Kirchner es el argentino que menos confía en la eficiencia del Estado argentino. Quizá tiene razón. Pero la decisión se tomó sin consultas ni explicaciones previas al gobierno de Felipe Calderón. El presidente mexicano reaccionó como era previsible: sorprendido, molesto y cansado del permanente doble juego argentino.
¿Qué puso en riesgo Kirchner con esa decisión de táctica corta y seguramente vana? México compró miles de autos argentinos en los últimos años, producto de un acuerdo bilateral conseguido por Martín Redrado en sus tiempos de secretario de Relaciones Económicas Internacionales. Miles de trabajadores argentinos de la industria automotriz le deben su ocupación laboral a esa decisión del gobierno mexicano.
Otros miles de argentinos han conseguido residencia y trabajo en México desde la gran crisis de principios de siglo. Miles de turistas mexicanos han elegido la Argentina en los últimos años como destino de sus vacaciones. Desde la administración de Vicente Fox, México le dedicó a la Argentina tiempo, energía y recursos. Lo que ha puesto en riesgo Kirchner es una relación estratégica con la economía más importante de habla hispana. Tan grave como eso.
La propia Organización Mundial de la Salud estimó desde el principio que era inútil cancelar vuelos con los países aquejados por la gripe porcina, porque el virus se había extendido por todos los continentes. Es imposible explicarles a los mexicanos, además, por qué sólo dos empresas mexicanas de aviación son las afectadas por las cancelaciones argentinas.
La chilena LAN y las aerolíneas norteamericanas, entre otras, siguen trasladando viajeros entre México y Buenos Aires. Tal vez se trata sólo de las habituales chapucerías del Estado argentino, pero los mexicanos lo viven como un claro acto de discriminación. No les faltan razones.
¿Hay ideología influyendo en la cancelación de vuelos hacia y desde México? También ella se escurre en el conflicto, porque no puede ser casualidad que sólo Cuba y Ecuador acompañen a la Argentina en su tremendismo aéreo. Perú es la excepción ideológica dentro de ese error. ¿Kirchner habría cancelado los vuelos con Caracas si la gripe porcina se hubiera cebado con el país de Hugo Chávez? Seguramente, no.
La política exterior ha sido siempre una herramienta de política interna de Kirchner. Terminó destruyendo las dos. Luis D´Elía acaba de hacerle un favor a la escritura de la historia cuando reveló que estuvo una hora con Fidel Castro, enviado por Kirchner, para preparar la contracumbre de la cumbre americana de Mar del Plata, donde Kirchner maltrató a Bush delante de una treintena de presidentes.
El mensaje de D´Elía consiste, desde ya, en avisarle a Kirchner que tiene muchos secretos en su memoria y en su maleta. Fue sólo una advertencia. Pero eso no le quita importancia al testimonio. Los norteamericanos aseguraron siempre que Kirchner había organizado la cumbre y la contracumbre de Mar del Plata. Por eso le es tan difícil a un gobierno kirchnerista recuperar la confianza de Washington, aun en tiempos de Barack Obama.
* * *
Jorge Yoma, embajador argentino en México, dijo que la Argentina está más infectada por el dengue que los mexicanos por la gripe porcina. Fue un golpe directo a la estabilidad de la ministra de Salud, Graciela Ocaña.
¿Sabía Yoma lo que hacía? Es un político demasiado traqueteado como para ignorar el sentido de sus palabras. Ocaña viene cuestionada por Kirchner precisamente porque se metió con el dengue. La estrategia ideal del ex presidente hubiera consistido en culpar de la epidemia sólo al gobernador del Chaco, Jorge Capitanich. Capitanich tiene la responsabilidad que tiene, pero Kirchner no puede desconocer tan fácilmente que el gobernador le fue inexplicablemente fiel en sus peores momentos.
A Ocaña la hostiga Yoma, pero también la propia Cristina Kirchner, que le agradeció los gestos de apoyo político a Hugo Moyano, que sueña con sacarle los dineros de las obras sociales a la ministra de Salud. Es de agradecer, hay que reconocer, la decisión del único dirigente gremial oficialista en un mundo donde el sindicalismo se está levantando contra todos los gobiernos, por las consecuencias destructoras de la vasta crisis económica.
El problema no se limitó a ese intercambio de gentilezas entre el gremialista y la Presidenta. El primer día hábil después del megaacto kirchnerista de Moyano, el disparatado Luis Barrionuevo trastornó la vida de los porteños sólo para comunicarle al Gobierno que hay un sindicalismo antikirchnerista. Colectivos de buen diseño, gorras y camperas del sindicato gastronómico acompañaron los disturbios de anteayer en una patética exhibición de dispendio de recursos. Los gastronómicos tienen problemas para llegar a fin de mes, pero el sindicato de Barrionuevo exuda riqueza.
Kirchner no puede hacer nada. Moyano es imprescindible para él y con Barrionuevo ha pasado rápidamente del acuerdo a la ruptura. Moyano debe su precaria estabilidad en la CGT a sus relaciones con el poder, aunque eso le puede jugar en contra en algún momento.
Más pragmático, Barrionuevo ha repetido en los últimos días una vieja frase suya de filósofo barriobajero: "Hacer campaña por Kirchner es como sacar a pasear un perro muerto". No importa. Kirchner no enfrentará a ninguno de los dos. El horizonte de unas eventuales elecciones perdidosas para él se acerca velozmente.