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Buenos Aires, el lugar donde los cruceros eligen quedarse
Llegaron tres barcos con 4.700 turistas. Muchos pasajeros bajaron a conocer la Ciudad. La terminal operó al límite. Durante el verano llegarán 124 naves al puerto
9 de enero de 2009
Durante este verano llegarán 124 cruceros al puerto de Buenos Aires y ayer fue el turno de tres grandes embarcaciones que arribaron por la mañana con casi 4.700 turistas: el Amsterdam, el Spirit of Adventure y el Costa Mediterránea. Brasileños, suizos, norteamericanos, franceses e ingleses, entre otros, bajaron de los barcos para conocer la Ciudad, hacer compras y visitar todos los rincones posibles en unas pocas horas. Es que dos de los barcos volvieron a partir por la tarde, después de hacer un recambio de pasajeros, cargar alimentos y permitir el descanso de la tripulación.

"Pese al calor caminamos mucho y nos quedamos sorprendidos con las calles y las avenidas, amplias y llenas de árboles. Además nos compramos un bolso de cuero a muy buen precio", le contó a Clarín la suiza Olga Daywalder, mientras mostraba un equipaje de viaje color rojo de cuero de oveja, made in Argentina. Junto a su marido, Olga descendió del buque Amsterdam, que llegó desde el sur del continente con 1.655 pasajeros y 700 tripulantes.

Ayer la terminal Benito Quinquela Martín se desbordó con la andanada de turistas, pese a que los cruceros llegaron en diferentes horarios. Es que allí, en Ramón Castillo y Avenida de los Inmigrantes, está demorada una obra para ampliar la terminal. La que funciona actualmente fue montada en 2001 en un antiguo galpón reciclado y en aquel momento se dijo que era una instalación provisoria. El hall de acceso está lleno de locales, una suerte de free shop para que los turistas compren hasta el último minuto antes de subir nuevamente a los barcos. La gente de la AFIP, que trabaja allí en Aduanas, le confió a Clarín que "la terminal soporta, aunque con limitaciones, la llegada de tres barcos; el problema grave es cuando son cuatro o cinco. Ahí se desborda todo y nadie da abasto".

Extenuadas por el calor de Buenos Aires, pero exultantes, Liz (de Fort Lauderdale, Florida) y Cristina (de San Antonio, Texas) abordaban ayer el Amsterdam cargadas de compras. Se conocieron en Alaska, trabajando para una compañía norteamericana, y son fanáticas de los cruceros: "Viajamos mucho, pero esta ciudad nos impactó por la calidez de su gente", contaron. "Nos advirtieron que nos cuidáramos de los robos y especialmente de los 'carteristas', pero no pasó nada. Como en otras grandes ciudades, hay que prestar atención", sonrieron. Ya con un pie en la escalerilla, se iban a la piscina y después al spa del barco.

Sobre las dársenas, debajo de una sombrilla y atentos a la llegada de los pasajeros, la tripulación -mayoría de filipinos, indonesios y tailandeses- ofrecía unas pequeñas toallas, empapadas en agua helada. Un alivio para los turistas que llegaban acalorados.

El que aceptó la toallita fue el matrimonio Steward (de Londres, Inglaterra): "Estuvimos a punto de quedarnos arriba del barco. Estamos felices de haber cambiado de idea. Conocimos la ciudad hace muchos años, pero creció tanto que parece otra", contaron. Y también treparon a la esterilla para seguir, con destino final, hacia Río de Janeiro.