"A Nadal le vamos a sacar los calzones por el orto".

La frase, pronunciada en broma por el joven Juan Martín del Potro cuando la Argentina derrotó a Rusia por las semifinales de la Copa Davis, terminó siendo premonitoria de un nuevo destino de frustración deportiva para el país.

El esfuerzo notable de José Acasuso en el cuarto punto de la Argentina, que debió jugar por la lesión de Del Potro, no oculta la falta de preparación física que pareció tener el equipo argentino para semejante final.

Mientras Fernando Verdasco bailoteaba en su rincón, el Chucho penaba con su físico, y desnudaba que este equipo argentino capitaneado por Luli Mancini no vino preparado para disputar cinco sets, como casi siempre ocurre en la Davis.

¿Hubo exceso de confianza? ¿La final se creía ganada de antemano? ¿Se equivocó Del Potro en jugar previamente el Master de Shanghai? Puede ser.

La Argentina deberá aprender que los partidos, como la vida, son una apuesta a largo plazo, y que al talento y la garra latina no estaría de más sumarle mayor profesionalismo, ese que a los españoles pareció sobrarles en esta final.

Las idas y vueltas sobre la superficie más conveniente, y la interna para definir si se hacía en Mar del Plata o Córdoba, también reflejaron la impericia de la dirigencia del tenis.

Pero a no desesperarse. Si Del Potro sigue jugando en gran nivel, apuntalado por David Nalbandian y jugadores como Acasuso, la Argentina seguramente volverá a tener pronto la oportunidad de estar en una final de Davis.

Pero llegado ese momento habrá que prepararse mejor, eso seguro.