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¡Cuidado Cristina! Tutankamón, la momia que trae mala suerte
La tumba y los tesoros del faraón egipcio siempre estuvieron bajo el halo de una maldición
22 de noviembre de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco
Seguramente la presidenta Cristina Kirchner lo sabe, o al menos sus asesores, y no deben creer en las profecías. Sin embargo, no hay que dejar de lado la historia que relata las maldiciones de Tutankamón.
El deseo de la jefa de Estado de traer al faraón y sus tesoros a la Argentina, como parte de una gira cultural, puso los pelos de punta a aquellos integrantes del gobierno que sí creen que "las brujas existen”.
Algunos de ellos, por lo bajo, se preguntan si es momento para este evento y sumar a la crisis global e interna una posible racha de mala suerte en la gestión oficial.
Está claro que esto poco importa a la presidenta que siempre sostuvo que “los mufas y la mala suerte son un concepto poco inteligente de los hechos”.
De todas formas vale la pena recordar que si bien Egipto ofrece cada tanto hacer esta muestra no es una presentación muy solicitada intencionalmente.
La leyenda cuenta, que el descubrimiento de la tumba y los tesoros de Tutankamón, logrados tras una importante expedición el 27 de noviembre de 1922, generó un efecto dominó entre sus protagonistas que fueron muriendo misteriosamente, mientras otros e cayeron en desgracia sin motivo aparente.
La expedición que llevó cinco años fue comandaba por el arqueólogo inglés Howard Carter, quien subvencionado por el empresario británico Lord Carnavon aspiraban la gloria y mucho dinero con este hallazgo.
Tutankamón, un joven faraón que murió casi adolescente fue sepultado en el Valle de los Reyes de Egipto con suntuosas vajillas de oro y metales preciosos que cuando fue descubierto se mantenían intactos.
Siempre existió una magia negra sobre las tumbas de los faraones y tenía que ver con la protección que sus sacerdotes daban a estos restos para evitar saqueos y profanaciones, en el camino a una nueva vida después de la muerte.
La tumba del joven TUT era el tesoro más preciado que quedaba de la antigua Egipto por descubrir pero la avaricia de los que llegaron a esta ella hizo, según la leyenda, desatar el peor de los castigos.
Primero se presentó una guerra diplomática entre Egipto y Gran Bretaña, al pretender el Reino Unido llevar sus tesoros al museo de Londres, el banco de cultura que más robó en la historia de la humanidad, una situación que el gobierno del país africano evitó.
“Quien posea avaricia y tenga deseos de robar estos tesoros tendrá todas las maldiciones sobre sí” rezaba una inscripción sobre la tumba del faraón que casi nadie tomó en cuenta.
Lord Carvanon murió sorpresivamente de neumonía a los pocos años, mientras su perro que estaba lejos él, en otra casa, también pereció en ese mismo momento, mientras un primo de él que viajó a Egipto para tocar los tesoros, cayó fulminado en su casa sin motivo aparente.
Los integrantes de la expedición, se sumergieron en vidas oscuras, muchos de ellos se suicidaron en la pobreza y otros no pudieron nunca más escapar a enfermedades y perdidas materiales.
Cuando se cumplieron 50 años del descubrimiento se llevó una muestra de tesoros a Londres en 1972. Todos los tripulantes de ese avión fallecieron o se suicidaron en los años siguientes, nadie sobrevivió a ese traslado, ni siquiera el director del Museo que cayó fulminado de un infarto el día de la inauguración de la muestra.
Por su parte, los desmitificadores de esta historia negra ponen en el tapete el hecho que Carter, el arqueólogo que comandó la expedición, falleció de muerte natural en 1939 y con cierta gloria.
Eso se debió, según los investigadores a que siempre lo motivó un fin científico y profesional y nunca pretendió sacar réditos personales de este hallazgo.
“¿Es necesario traer a la momia?”, se preguntan el kirchnerismo, y si bien muchos ya cruzan los dedos y compran ruda por las dudas, repasan la historia y sostienen.: “Brujas, que las hay, las hay. Es creer o reventar”.