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Mirar mucha televisión es sinónimo de no ser feliz
Un estudio reveló que la TV puede tapar baches y tener efectos adictivos. Los que están más contentos con su vida dedican menos tiempo a la pantalla y más a leer y al sexo
20 de noviembre de 2008
Aunque nadie podría asegurar si es que las personas infelices miran más televisión o el exceso de televisión hace a las personas menos felices, sociólogos de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) llegaron a una conclusión: quienes se consideran felices pasan más tiempo leyendo, teniendo sexo o encontrándose con otras personas mientras que quienes se sienten infelices pasan muchas más horas hipnotizados frente a la pantalla.
Para llegar a esta conclusión analizaron durante 34 años la información de 45.000 personas. Concluyeron que mirar televisión puede hacer sentir bien en el corto plazo, pero puede ser parte de un estado de infelicidad general. "El patrón de uso diario de la televisión es dramático. La gente 'no feliz' ve un 30% más de televisión por día que la gente 'muy feliz", indica el trabajo publicado en Social Indicators Research.
"La televisión no es como Internet que permite al menos tener contacto virtual con otras personas. Alguien que se la pasa frente a la televisión seguro tiene dificultades en su vida social, no tiene tiempo ni interés en salir de su casa, no está al tanto de lo que pasa en el mundo. La televisión ofrece un paquete cerrado: no hay interacción ni elección porque el televidente es siempre pasivo", dice el doctor en psicología y estudioso de tecnologías de comunicación, Julio Moreno. Y agrega: "La televisión en exceso adormece, actúa como un opiáceo".
Los matrimonios infelices también miran más televisión. "Las parejas felizmente casadas tienen un 30% más de sexo. Quienes no se sienten felices con sus parejas miran más televisión", dice el trabajo. Sonia Almada, directora del Centro de asistencia y formación en Salud Mental, ArAlma, coincide: "Hoy, la gente tiende al autoencierro por la sobreoferta de productos y servicios que llegan a casa (desde el profesor de gimnasia, hasta la comida). Y la televisión es un aparto funcional a un fracaso de pareja: es un distractor y evita la intimidad de la charla o de la sexualidad".
El sociólogo John Robinson, coautor del estudio, lo compara con otras adicciones: "Aparecen paralelos con la adicción, ya que las actividades adictivas producen placer temporario pero desdicha y arrepentimiento en el largo plazo. La gente más vulnerable a las adicciones tiende a estar en desventaja social y, en su caso, la televisión se convierte en una suerte de analgésico".
Moreno, coincide: "Un vacío para tapar fracasos o situaciones dolorosas se puede llenar con alcohol, que embota, con una droga, que produce placer, o con una actividad, como mirar televisión. En el momento da placer, entretiene y llena el vacío, pero, aunque no provoca adicción química directa, a la larga, eso que fue placentero provoca aturdimiento".