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Y un día, después de 130 capítulos, fueron felices
Tensión, emoción y fiesta para el fin de una historia llena de suspenso con su cuota de amor. “Vidas Robadas” acaparó el rating y dejó mensaje
30 de octubre de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco
Fueron 90 minutos llenos de suspenso y carga emotiva, seguidos de cerca por más de 2.000 personas dentro del Teatro Opera y por otro millar en las afueras del mismo, sobre la avenida Corrientes, donde Telefé montó una pantalla gigante para ellos.
Toda la emoción para el mejor final de “Vidas Robadas”, que mezcló en un cierre sin fisuras, todos los componentes de la ficción y el género para convertir al programa más cuidado del canal de las pelotas, en el de mayor rating del miércoles con picos de 34 puntos.
El cimbronazo del final se vio también en las caras emocionadas de los protagonistas Facundo Arana, Soledad Silveyra, Jorge Marrale, Virgina Inoccenti, Mónica Antonopulus. Juan Gil Navarro y Adrián Navarro, entre otros, quienes también vivieron la emoción del último capítulo en bambalinas, un episodio que terminó de grabarse a los 18:00 del día final.
Nada quedó librado al azar: a las 23:00 comenzó el último tramo de “Vidas Robadas” con la caída libre al vacío del malo Nicolás (Juan Gil Navarro) que se llevó consigo el secreto de la desaparición de Ana (Antonopulus) y el dolor de Bautista (Arana, su amor incondicioal.
La detención de Kurtz (Guillermo Francella), el jefe de la mafia del tráfico de personas, a cargo del otro malo Astor (Marrale), quien colaboró con la justicia para este último hecho se cumpliera, fue el siguiente momento emotivo de la noche.
A las 23:25, el corazón de los espectadores se detuvo cuando Bautista rescató a su amor Ana, enterrada viva en un parque y, cuando la hizo reaccionar, recibió un balazo en el pecho por parte de Nicolás, quien sobrevivió a la caída, para luego ser acribillado por la policía.
Una mala noticia: Bautista (Arana), muere.
Luego de despedirse el malo Astor de su hija Ana en el hospital rogando un perdón que no llega, el personaje de Marrale intenta escapar del país ayudado por la justicia y cuando llega, tras un vuelo de avioneta, a un campo cerca de la frontera, su coche explota por la acción de otro maldito querible, Dante (Adrián Navarro, que se toma una venganza personal.
Cuando ya la tira se acercaba a su telón final, a las 0:17, estalló el teatro Opera cuando en el casamiento de su amigo, el abogado personificado por Carlos Portaluppi, aparece Arana con su personaje, quien debió desaparecer ocho meses y cambiar su nombre para sobrevivir a una posible venganza der la mafia del secuestro de personas.
Los corazones respiran, el amor todo lo puede.
Un buen final, con Soledad Silveyra, la abnegada madre que reencuentra a su hija que fue secuestrada para entrar a una red de prostitución, feliz por recuperar su propia vida.
Ese rostro de felicidad contrasta con la vida real, donde Susana Trimarco, la inspiradora de este personaje de Silveyra, lloraba de emoción por un relato que la toca de cerca.
Ella tiene perdida su hija desde 2002, y con su fuerza personal ya rescató a ciento de chicas en situación similar a lo que contó “Vidas Robadas”.
“Que necesario es que la realidad se parezca a la ficción. Que completo sería que esta noche tuviéramos aquí a Marita (Verón), la hija, que Susana no para de buscar. Queremos Justicia”, clamó desde el escenario Soledad Silveyra abrazada a la mujer.
El texto final de la tira define la filosofía de este programa que terminó demostrando como un tema candente y duro, puede ser exitoso en formato de telenovela.
“Esperamos que la realidad se parezca alguna vez al final feliz de una ficción. Todo somos Marita, no la olvidemos. www.casoveron.org”.
Un compromiso "con la verdad y la vida" como sentenció desde el escenario Facundo Arana.