El negocio de los gurúes es anticíclico: florece en tiempos de incertidumbre. Con la tormenta financiera combinada con las dudas locales por la inflación y la desaceleración, el mercado de charlas de consultores para las reuniones gerenciales de fin de año está que arde.

Según una investigación del diario Clarín, en los estudios de economistas calculan que la demanda aumentó un 30% con relación al año pasado, y los costos de los productos que se ofrecen (charlas, newsletters, mediciones privadas de inflación, asesoramientos a medida) se incrementaron un 25%.

Las reuniones mensuales del Estudio Broda, que se hacen en la sede del microcentro del Banco Itaú, no contaban con tanta asistencia de empresarios desde el verano de 2001-2002. Hay consultoras nuevas, como la de Ricardo Delgado, ex Ecolatina, quien cuenta que recibe llamadas de clientes ansiosos durante el fin de semana, algo que hasta hace pocos meses no ocurría. O la de Martín Lousteau, ex ministro de Economía, próxima a lanzarse. Tras su salida de la función pública, Lousteau venía trabajando como asesor de inversores para proyectos de energía, reciclado de basura y agroindustria.

Las consultoras captaron, además, una nueva veta con asesorías en el interior, y en especial en zonas ricas vinculadas al boom sojero. "Si (Julio) Cobos votaba a favor de las retenciones, se derrumbaba la venta de camionetas Toyota Hylux y la de charlas de economistas en el interior", bromea un consultor. Clarín llamó a Miguel Kiguel, ex subsecretario de Financiamiento y actual dueño de la consultora Econviews, para pedirle su opinión. "Hoy no va a poder", informó su secretaria, "está en Córdoba y ni bien sale de una charla entra a dar otra".

¿Cuánto cuesta hoy una "canasta gurú"? Las charlas para fin de año se están cotizando entre 3.000 y 7.000 pesos para economistas con algo de exposición mediática, y en el rango de los 8.000-12.000 pesos en los casos de analistas más conocidos (Mario Blejer, Jorge Arriazu, Miguel Broda, Miguel Bein, Carlos Melconián, etc). Al igual que sucede con el turismo, el mercado discrimina precios y el costo puede ser el mismo, pero en dólares, cuando se trata de hablar ante un grupo de inversores extranjeros.

La demanda de excede a la consultoría y se derrama sobre varias áreas. "El mercado está muy ajustado", dice Lucio Castro, un economista que llegó hace poco de Londres para hacerse cargo del área de Inserción Internacional del Cippec, y a quien le cuesta conseguir técnicos semi senior para su oficina.

Eduardo Scarano, un especialista en Epistemología de la Economía que da clases en la UBA, cuenta que la demanda privada de jóvenes economistas es alta, lo cual disminuye en términos relativos el atractivo de las becas para investigar. El sector público, con sus dificultades para incorporar técnicos, es víctima del mismo fenómeno.