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La relación con Chávez complica más a los Kirchner
La primera semana del juicio en Miami por la valija de U$S 800 mil desnudó manejos de fondos entre Argentina y Venezuela que el Gobierno debería aclarar pronto
13 de septiembre de 2008
Durante la primera semana del juicio que se lleva a cabo en Miami a Franklin Durán, los testimonios del abogado Moisés Maionica, contratado por la inteligencia venezolana para desviar la atención de la valija que Antonini Wilson intentó ingresar a la Argentina, concitaron toda la atención.
Se confirmó que ambos gobiernos llevaron adelante un plan para callar al valijero y que ese dinero salió de las arcas de PDVSA, la petrolera de Chávez. Claudio Uberti, ex funcionario y recaudador de campaña de Néstor Kirchner, fue mencionado en varias oportunidades, consigna el diario Perfil.
El juicio en Miami contra Franklin Durán, uno de los ciudadanos venezolanos involucrados en el Valijagate, se asemeja a los resabios de un campo minado. Mientras cada una de las partes calcula cada paso con precisión, una palabra es suficiente para generar, a miles de kilómetros, un daño colateral de proporciones insospechadas.
Ayer, Moisés Maionica, el primero de la serie de testigos claves y detenido en el Centro Federal de detención de Miami por la misma causa, volvió a sentarse al lado de la jueza Joan Lenard. Esta vez, el que lo interrogó fue Ed Shohat su principal barrera y abogado de Durán. De todas formas, las últimas 24 horas bajaron los decibles del proceso judicial, que ya corre por su cuarto día desde que se comenzó con los alegatos iniciales y el desfile de testigos y evidencia.
Por ahora, fueron muy pocos los interrogantes que lograron cerrarse y muchas las dudas que quedaron en la superficie. Del destino y el origen de los 800 mil dólares incautados en Argentina sólo parece haber una certeza: los ladrillos en billetes de 50 dólares que transportó Guido Antonini Wilsón salieron de las arcas de PDVSA, la empresa estatal de petróleo de Venezuela. ¿El destino? Una gran laguna.
Según las escuchas presentadas por la fiscalía, en conversaciones con Antonini Wilson, Franklin Durán asegura que ese dinero tenía como objetivo la financiación de la campaña electoral de Cristina Kirchner. Moisés Maionica, en parte de su declaración a Thomas Mulvihill, fiscal del estado de La Florida y principal acusador, aseguró lo mismo, aunque el dato se lo atribuye a Henry Rangel Silva, jefe del servicio de inteligencia venezolano y mano derecha de Hugo Chávez. Guido Antonini Wilson, quizá la voz más importante, afirma no saber hacia dónde iba el dinero, pero su caso es distinto: él sabía que estaba siendo grabado por el FBI, lo que hace que cada una de sus palabras queden sujetas a la libre interpretación.
Pero con el transcurso del juicio, algunas vertientes sobre el camino de esos fondos parecen enterrar, aún más, a Claudio Uberti, ex director del Occovi, expulsado del Gobierno apenas explotó el Valijagate, y Diego Uzcátegui, ex vicepresidente de PDVSA. “El presidente (por Hugo Chávez) no confía ni en Rafael Ramírez, ni en Claudio Uberti, ni en Diego Uzcátegui, porque ellos tres fueron los que cometieron ese envío ma1 hecho. Ese envío fue un error de logística. ¿De quién? De Rafael Ramírez, de Diego Uzcátegui y de Claudio Uberti”, dijo Franklin Durán en una de las desgrabaciones que ayer Ed Shohat le leyó al jurado.
Según lo presentado hasta ahora en los tribunales de Miami, sobre Uberti, Uzcátegui y Rafael Ramírez, presidente de PDVSA, recae la responsabilidad de la operación del dinero. Al mismo tiempo, en complicidad, los gobiernos de Venezuela y Argentina habrían puesto en marcha un plan para evitar que el escándalo afectara sus gestiones políticas. Incluso se mencionó un acuerdo entre Caracas y la Casa Rosada para “limpiar” el caso en la Justicia argentina.
Maiónica, el testigo estrella de la semana y abogado de profesión, dejó, al menos hasta la semana que viene, las declaraciones rutilantes y comenzó con un interesante duelo cuerpo a cuerpo versus el patrocinador de su compatriota. Con un repetitivo “Sí, señor”, Maiónica respondió ayer, en base a una diagramada estrategia, cada una de las interrogaciones de Shohat, que al menos por ahora evitó ingresar en el campo político y se focalizó en demostrar blancos, incosistencias e intereses, en cada una de las afirmaciones declaradas, dos días antes, a Thomas Mulvihill.
Con un prolijo uniforme de recluso, sandalias franciscanas y esposado en los tobillos, ayer Maionica intentó sortear el principal objetivo de la defensa, demostrar que su declaración sigue el interés de responder a un “convenio de cooperación” firmado con el FBI, en el momento en que se declaró culpable. Según ese documento, Mulvihill es el único habilitado con el poder de solicitarle a la jueza Lenard una reducción de pena, que cómo máximo puede condenarlo a 15 años de prisión por el delito de conspiración y espionaje encubierto.
Aunque el venezolano no la tiene fácil: admitió que en el momento del escándalo “estaba trabajando para el gobierno” y que llegó a Miami como un enviado de la inteligencia venezolana. Su futuro depende del fiscal, de la jueza y de lo que pueda pasar en los dos días de declaración que aún le quedan. Su sentencia, que estaba programa para ser definida ayer, se pospuso con fecha incierta.
La Sala 12 de la Corte Federal de Miami fue ayer el escenario de una disputa por ver quién puede sacar más. Mulvihill se encargó de ponerle a Shohat todas las barreras que pudo, incluso el “objeción” del defensor del Estado norteamericano se hizo una costumbre.
Ayer, la fiscalía objetó hacia dónde quería llevar la interrogación Shohat, y ganó la pulseada. Mulvihill acusó a la defensa de querer entrar en un terreno al cual la propia jueza le denegó el acceso: es el de afirmar que Durán no sabía que estaba cometiendo un delito. Lenard fue clara: si permite a la defensa ingresar a ese campo, deberá permitir a la fiscalía que presente las pruebas que aseguran un aceitado sistema de sobornos entre las empresas de Durán y el gobierno. “Está poniendo un martillo en mi cabeza”, le replicó Shohat a la jueza. “Estoy haciendo lo mejor que puedo”, le dijo a un preocupado Franklin Durán, que sólo piensa en volver a ver a Antonini Wilson.