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Los alquileres por las nubes: aumentaron hasta un 30%
Es por la inflación y por la falta de créditos hipotecarios. Muchos dueños establecen subas para el año siguiente en los contratos bianuales. La tendencia se mantendrá
8 de julio de 2008
La situación para los inquilinos de Capital se pone cada vez más difícil. Y todo hace pensar que no mejorará.
Según especialistas del rubro inmobiliario, los precios de los alquileres están hoy un 25% a 30% más caros que hace un año. Y, entre la inflación y la falta de crédito hipotecario accesible, la tendencia se mantendría.
Carlos Sotelo, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina, comentó al diario Clarín: "Los precios subieron entre un 25% y un 30%. Hoy, un departamento de dos ambientes se alquila en $ 1.100 a $ 1.200, promedio. Y un tres ambientes está entre $ 1.400 y $ 1.900, siempre según el barrio y las características del inmueble". Estos aumentos se aplican al momento de renegociar los contratos vencidos.
En tanto, José Rozados, de la consultora Reporte Inmobiliario, agregó que los valores pueden ser mayores en los barrios donde se concentra más la demanda, como Palermo, Caballito o Belgrano.
Además, una costumbre que era incipiente hasta hace un par de años ahora parece totalmente generalizada: el escalonamiento de los precios a lo largo del tiempo que dura el contrato.
Según pudo saber Clarín, como la indexación de alquileres está prohibida, muchos dueños establecen cláusulas en el contrato que incluyen un aumento al comenzar el segundo año del alquiler (en general, se alquila por dos años). Así, por ejemplo, si un departamento cuesta por mes $ 1.200 durante el primer año, al comenzar el segundo se empieza a pagar unos $ 1.400.
La tendencia hacia el alza se viene verificando desde la salida de la crisis de 2002, cuando las propiedades empezaron a revalorizarse y arrastraron a los alquileres (ver Evolución...). Hoy, algunos incluso afirman que ciertos inmobiliarios piden hasta seis meses de comisión, cuando lo común es dos. Es una conducta antiética y debe ser denunciada ante la Cámara o ante Defensa del Consumidor , advirtió Sotelo.
Ahora, ¿por qué los precios no paran de subir? Hay dos factores principales.
Por un lado, la falta de acceso al crédito hipotecario, por las altas tasas y las dificultades para calificar y luego afrontar las cuotas. Esto va de la mano con la inflación, que golpea de lleno el poder adquisitivo de los asalariados.
Así, muchas familias no pueden comprar su casa y se ven obligadas a alquilar, al igual que los estudiantes, los divorciados, los solteros y otros que forman el típico mercado de los que alquilan. Para complicar aún más las cosas, los barrios de Buenos Aires no tienen servicios parejos. La gente empieza buscando propiedades en aquellas zonas con buenos accesos, transportes y seguridad, lo que empuja los precios hacia arriba en esos lugares.
Por otra parte, ni los privados ni el Estado construyeron viviendas en nuevos barrios, por lo que la oferta sigue sin ampliarse. El panorama para los inquilinos está complicado. Mientras no bajen las tasas de los créditos y se mantenga esta inflación, nada hace pensar que la tendencia vaya a cambiar , analizó Rozados.
Esto, genera las quejas de los inquilinos. Nos tenemos que hacer cargo del aumento del alquiler pero también de las expensas, los servicios y los impuestos. La gente no puede pagar lo que piden los dueños, y entonces se tiene que mudar a una propiedad más alejada, más chica y de peor calidad. Esto va degradando la calidad de vida , protestó Radamés Marini, presidente de la Unión Argentina de Inquilinos.
Mientras los privados sigan invirtiendo en los barrios que le aseguran más renta (hoy el promedio es de 5% a 7% anual, menos que un plazo fijo), la única solución posible debería venir del Estado. Es necesario facilitar el acceso al crédito y generar incentivos para que los privados inviertan en edificios para renta.
En otros países, por ejemplo, las AFJP destinan parte de sus fondos a la construcción, porque les dan desgravaciones fiscales. Ni siquiera el Estado debe ponerse a construir, lo que siempre termina siendo mucho más caro para todos, sugirió Sotelo.