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El libro festeja su día con más vigencia que nunca
Hace 100 años se comenzó a festejar la fiesta de leer. El día del Libro se conmemora en Argentina este 15 de junio. Los libros convertidos en identidad de la cultura nacional
15 de junio de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco
Están allí. Parecen dormidos en la biblioteca, sin embargo, una simple mirada les otorga el don de la vida, de la aventura y del vuelo de la imaginación.
Es el libro, ese material al cual Jorge Luis Borges definió como “de todos los instrumentos del hombre, el más asombroso”.
Este domingo se conmemora en la Argentina, “El día del Libro” y no es un festejo más ya que este encuentro oficial entre la curiosidad habida del lector y la aventura apasionante que propone el texto cumple un siglo de homenaje.
“El libro es una extensión de la memoria y la imaginación", definió el autor de “El Aleph” para explicar esta atracción única.
La celebración del Día del Libro comenzó en Argentina el 15 de junio de 1908 como "Fiesta del Libro", ese día se entregaron los premios de un concurso literario organizado por el Consejo Nacional de Mujeres.
En 1924, el Decreto Nº 1038 del Gobierno Nacional declaró como oficial la "Fiesta del Libro" y en 1941, una resolución Ministerial propuso llamar a la conmemoración "Día del Libro" para la misma fecha, expresión que se mantiene actualmente.
Esta fiesta tiene en Argentina una columna vertebral de literatura que nace en el siglo XIX, con la edición de “Facundo” de Domingo Faustino Sarmiento en 1845, obra cumbre de la literatura nacional, que fue escrita en el exilio de Chile y publicada en capítulos denominados “Civilización y Barbarie”.
En 1874, se editó la primera parte del “Martín Fierro” de José Hernández, el poema gauchesco convertido en otra obra fundamental de la literatura nacional que desnuda en sus versos la mísera existencia del gaucho de las pampas, personaje de carácter casi mítico, reflejando en sus cuidadas estrofas.
El nuevo siglo trajo una fuerte ola inmigratoria al país y la capital dejó de ser una aldea para festejar el centenario de la nación como una ciudad populosa y con matices de gran crisol de nuevas culturas.
En esos años inicial del nuevo siglo, es el teatro el que asume el rol de nueva literatura con claro exponentes como Florencio Sánchez que con textos como “M’ hijo el dotor” y la fuerza de la poesía en exponentes como Alfonsina Storni, con "La inquietud del rosal" (1916) y "Languidez" (1920), entre otros, dejaron su huella en la literatura nacional.
A la par que Leopoldo Lugones con su inolvidable “Lunario Sentimental” renovó la poesía de la época, desde una fuerte apuesta a la metáfora y la imagen con un tratamiento intimista de la naturaleza.
En 1940, Adolfo Bioy Casares se adelantó medio siglo a la realidad virtual con la publicación de “La Invención de Morel” y cuatro años más tarde, su amigo, ya un hombre que dejaba su marca en la literatura, Jorge Luis Borges, editó “Ficciones”, uno de libros de cuentos más importantes de nuestra historia.
Un año después para completar la trilogía de tres autores claves de nuestra literatura, Ernesto Sábato, tras dedicarse al ensayo, escribió su primera novela: “El Túnel” y la ficción nacional se colocó los pantalones largos.
Julio Cortázar ya había emigrado en la década del sesenta, y tenía ya varios libros de cuentos que marcaron hitos en las letras de la Argentina, para en ese nuevo tiempo sumarse a los cambios revolucionarios con una obra que modificó la literatura de habla hispana: “Rayuela”.
Tras darnos clases sobre diferentes instrucciones, Cortázar nos narró con extraña habilidad la historia de amor de Oliveira y La Maga, los amigos del club de la Serpiente y la intensa búsqueda en las calles de París del ansiado “cielo”, del juego de niños.
En la modernidad de este catálogo esencial de las letras argentinas no se puede evitar nombrar a María Elena Walsh con “El mundo al revés” o “Tutú Maramba”, Quino con “Mafalda”, Rodolfo Walsh con “Operación Masacre” y el regreso del policial político.
Mas cercano a nuestro afectos Osvaldo Soriano con “No habrás más penas ni Olvido”, un verdadero best seller nacional, el recordado Roberto Fontanarrosa y la historia en ensayos de miradas tan opuestas como entretenidas de Félix Luna y de Felipe Pigna con “Los Mitos”.
La nueva literatura expresada en Pablo de Santis, Federico Andahazi, Guillermo Martínez, Martín Caparrós, Sebastián Martínez Daniel, Marcelo Birmajer y Claudia Piñeyro, entre otros, garantiza una extensión de esta columna vertebral.
Las bibliotecas argentinas necesitan de estos libros, ya que son instrumentos válidos en nuestras letras. Y como alguna sentenció Roberto Arlt, autor de otra obra cumbre como “Juguete Rabioso”, “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo”.