Internet es un mundo que no deja de despertar sorpresas, tanto para bien como para mal. A sus infinitas cualidades, hay que agregarle que es el lugar elegido por los hackers para recrudecer el robo de datos. Pero, qué significa esto y cómo se cae en la trampa del "ciberrobo".

Hay diferentes técnicas de estafa. La más común es conocida como phishing (un término derivado de fishing, "pescar" en inglés): llega un e-mail que aprenta ser de un banco o tarjeta de crédito con instrucciones de revalidar las contraseñas. Para eso pide entrar a una página -linkeada en el mail- y completar los casilleros con el número de cuenta o de tarjeta. El usuario, confiado, entra así a un sitio similar al de la entidad, pero falso. Si ingresa sus datos, el estafador podrá sacar dinero, transferirlo o pagar desde allí hasta que alguien se dé cuenta. En los últimos años, la modalidad aumentó, y no sólo hay phishing de bancos; se extendió a comercios online y sitios de inversiones.

Lo preocupante, en este aspecto es que cerca del 5% de quienes reciben un correo electrónico de este tipo en Argentina lo responden.

"El phishing es el tipo de robo digital más conocido en Argentina", asegura Fabián Domínguez, especialista en seguridad informática de la empresa Cisco, quien, consultado por el diario Clarín, advierte que a veces el creciente robo de datos personales es usado para extorsionar a los bancos: "Amenazan con hacer colapsar el sistema a cambio de dinero".

Pero esta no es la única manera. Hay programas que son instalados por hackers en las PC para decodificar cómo se usa el teclado. Se conoce como keylogger. Así, muchas veces, descubren datos clave. La solución fue el teclado virtual, donde se hace click sobre números en pantallas. "Pero para eso también idearon un programa", reconoce Giménez. No obstante, la amenaza puede evitarse. "Es cierto que es creciente y peligrosa, pero la solución pasa por la prevención y un antivirus eficaz", tranquiliza Daniel Monastersky, abogado especialista en Nuevas Tecnologías.

A estar alertas y a no responder mails que parecen sospechosos. Este es el consejo más repetido, y al que menos caso se le hace.