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Sydney Pollack: un creador al que nada del cine le era ajeno
Con su muerte desapareció uno de los más prolíficos creadores de Hollywood, que supo lucirse delante y detrás de cámaras en todos los géneros imaginables
27 de mayo de 2008
Por Sebastián Martínez
La muerte de Sydney Pollack privó al cine de uno de sus hombres orquesta más apreciados. Porque si un rasgo era distintivo en este grande del séptimo arte era su habilidad para adaptarse a los más variados roles, en filmes de la más disímil catadura: del humor al drama, del alegato romántico a la denuncia social, de la crítica política a la comedia costumbrista.
Nada era demasiado para Pollack. Su prolífica participación en más de un centenar de películas prueba que nada del cine le era ajeno a este hombre nacido en Indiana. Quizás porque todo el andamiaje cinematográfico lo apasionaba fue que probó suerte como actor, director, productor y guionista.
Los reconocimientos que recibió desde comienzos de la década del 60 hasta su muerte a los 73 años tomaron en cuenta tanto su habilidad detrás de las cámaras como su versatilidad delante de ellas.
Luego de trajinar los estudios y acomodarse en sus primeros años como director de series televisivas, el primer gran salto lo pegaría en 1975 cuando estrenó “Los tres días del cóndor”, donde una historia de espías y violencia reunió bajo su mano maestra a Robert Redford, Faye Dunaway y Max Von Sydow.
Sin embargo, la llegada al gran público le llegaría siete años más tarde con ese filme tantas veces imitado que fue “Tootsie”, protagonizado por Dustin Hoffman. Fue con esa obra que Pollack sería nominado para el Oscar al mejor director, que finalmente quedaría en manos de Richard Attenborough por “Gandhi”.
La revancha no se haría esperar. En 1985, Pollack lanza “África mía”, el drama romántico encabezado por Robert Redford, Meryl Streep, Klaus Maria Brandauer. Entonces sí, la Academia se rindió a los pies de este director y terminó de consagrarlo como uno de los realizadores más importantes de Hollywood.
Su carrera como director comenzaría luego a espaciarse, con mojones importantes como “Fachada” (1993), “Destinos cruzados” (1999) y “La intérprete” (2005).
Como actor nunca fue del todo reivindicado, pero sus intervenciones en más de 30 filmes y series televisivas atestiguan que era un rostro solicitado por los productores de Hollywood. La televisión le dio la bienvenida para que se luciera en los últimos años en programas como “Los Sopranos”, “Will & Grace” o “Loco por ti”. De todos modos, sus participaciones en la pantalla grande serán más recordadas, tales como las que tuvo en la reciente “Michael Clayton”, en “Ojos bien cerrados”, en “Una acción civil” o en “Las reglas del juego”.
De todos modos, la faceta más prolífica de Pollack fue la de productor. Holywood lo puso al frente de casi medio centenar de películas, muchas de ellas grandes éxitos de taquilla y otras muy respetadas por la crítica.
Pero lo que quizás más se extrañe de Pollack serán sus opiniones. Este creador era un referente dentro de Holywood y su voz era una de las más escuchadas a la hora de ver el rumbo que debía tomar la cinematografía de Hollywood. Ahora, que su voz se ha acallado, el séptimo arte le rinde tributo.
La muerte de Sydney Pollack privó al cine de uno de sus hombres orquesta más apreciados. Porque si un rasgo era distintivo en este grande del séptimo arte era su habilidad para adaptarse a los más variados roles, en filmes de la más disímil catadura: del humor al drama, del alegato romántico a la denuncia social, de la crítica política a la comedia costumbrista.
Nada era demasiado para Pollack. Su prolífica participación en más de un centenar de películas prueba que nada del cine le era ajeno a este hombre nacido en Indiana. Quizás porque todo el andamiaje cinematográfico lo apasionaba fue que probó suerte como actor, director, productor y guionista.
Los reconocimientos que recibió desde comienzos de la década del 60 hasta su muerte a los 73 años tomaron en cuenta tanto su habilidad detrás de las cámaras como su versatilidad delante de ellas.
Luego de trajinar los estudios y acomodarse en sus primeros años como director de series televisivas, el primer gran salto lo pegaría en 1975 cuando estrenó “Los tres días del cóndor”, donde una historia de espías y violencia reunió bajo su mano maestra a Robert Redford, Faye Dunaway y Max Von Sydow.
Sin embargo, la llegada al gran público le llegaría siete años más tarde con ese filme tantas veces imitado que fue “Tootsie”, protagonizado por Dustin Hoffman. Fue con esa obra que Pollack sería nominado para el Oscar al mejor director, que finalmente quedaría en manos de Richard Attenborough por “Gandhi”.
La revancha no se haría esperar. En 1985, Pollack lanza “África mía”, el drama romántico encabezado por Robert Redford, Meryl Streep, Klaus Maria Brandauer. Entonces sí, la Academia se rindió a los pies de este director y terminó de consagrarlo como uno de los realizadores más importantes de Hollywood.
Su carrera como director comenzaría luego a espaciarse, con mojones importantes como “Fachada” (1993), “Destinos cruzados” (1999) y “La intérprete” (2005).
Como actor nunca fue del todo reivindicado, pero sus intervenciones en más de 30 filmes y series televisivas atestiguan que era un rostro solicitado por los productores de Hollywood. La televisión le dio la bienvenida para que se luciera en los últimos años en programas como “Los Sopranos”, “Will & Grace” o “Loco por ti”. De todos modos, sus participaciones en la pantalla grande serán más recordadas, tales como las que tuvo en la reciente “Michael Clayton”, en “Ojos bien cerrados”, en “Una acción civil” o en “Las reglas del juego”.
De todos modos, la faceta más prolífica de Pollack fue la de productor. Holywood lo puso al frente de casi medio centenar de películas, muchas de ellas grandes éxitos de taquilla y otras muy respetadas por la crítica.
Pero lo que quizás más se extrañe de Pollack serán sus opiniones. Este creador era un referente dentro de Holywood y su voz era una de las más escuchadas a la hora de ver el rumbo que debía tomar la cinematografía de Hollywood. Ahora, que su voz se ha acallado, el séptimo arte le rinde tributo.