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223 víctimas fatales por la violencia en el fútbol
La última muerte en Primera fue en Tigre-Chicago en junio último. La lista de la vergüenza
15 de marzo de 2008
La violencia en el fútbol volvió con todo a las canchas argentinas.
Con el crimen del hincha de Vélez, ya son 223 los muertos por incidentes en el fútbol argentino, desde el fallecimiento del chico Oscar Munitoli en 1939.
La última muerte por los torneos de Primera se había producido por un piedrazo y una golpiza, cuando Marcelo Cejas, un hincha de Tigre, fue agredido por hinchas de Nueva Chicago el 24 de junio de 2007.
La increíble nómina de homicidios se inició el 14 de mayo de 1939, durante un partido de la cuarta división entre Lanús y Boca. Después de un enfrentamiento entre los jugadores en el campo de juego, los espectadores intentaron invadir la cancha y forzar el vallado. La policía reprimió a balazos y uno de ellos mató a Oscar Munitoli, un chico de tan solo 9 años.
A partir de los años 80 la violencia se aceleró con el mayor protagonismo que fueron adquiriendo las barras bravas, apañadasy financiadas por la dirigencia de los clubes e, incluso, los dirigentes políticos.
La falta de control y la desorganización también aportaron su cuota de fatalidad. Como ocurrió el 23 de junio de 1968, cuando se produjo la tragedia de la Puerta 12, en la entonces llamada “herradura” de Ríver.
En aquel hecho murieron 71 hinchas, la mayoría menores, sin embargo, casi cuarenta años después, la Justicia nunca encontró culpables.
Fuera de las canchas, pero esencialmente ligado a la violencia en el fútbol, fue un caso policial estremecedor: el asesinato de dos hinchas de Newell´s a manos de barrabravas de Rever Plate, cuando las hinchadas de uno y otro club se cruzaron en el kilómetro 91 de la ruta Panamericana, en junio de 2003. Además, trece personas resultaron heridas.
Pero muy similar a la tragedia de este sábado fue el enfrentamiento entre hinchadas ocurrido el 22 de diciembre de 1997, cuando fue asesinado Ulisés Fernández, fanático de Huracán, después de una pelea de su parcialidad con la barra de San Lorenzo en las cercanías del Nuevo Gasómetro, el mismo lugar donde la muerte volvió a repetirse como una pesadilla.