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Greenpeace vació de lamparitas las góndolas de un super
Llenaron los changos con más de 2.000 bombitas que estaban a la venta. La organización ecologista reclama la prohibición total de lámparas incandescentes
7 de febrero de 2008
Greenpeace vació hoy la góndola en la que se comercializaban lámparas incandescentes en un supermercado porteño, en el marco de su reclamo por la eliminación total de las clásicas bombitas para 2010.
En varios carritos, los eco-brigadistas por la eficiencia energética de Greenpeace cargaron más de dos mil lamparitas con el fin de comprarlas para retirarlas de la venta y mostrar así cómo debería ser la góndola en 2010, en la que sólo deberán comercializarse las lámparas de bajo consumo.
“Es totalmente irracional que se sigan vendiendo éstas lámparas obsoletas e ineficientes en el contexto de escasez de suministro, crisis energética y con las graves consecuencias que el derroche de energía genera para el calentamiento global”, dijo Rosario Espina, coordinadora de la campaña contra el Cambio Climático de Greenpeace.
Espina dijo también que “en 2010, en las góndolas sólo deberá haber lámparas de bajo consumo, eso es lo que pedimos como primer medida, concreta y con resultados inmediatos”.
Junto con la campaña por la prohibición de las lámparas incandescentes que comenzó hace 15 días, la organización ambientalista presentó el informe “Eficiencia Energética, Primer Paso” (1), donde fundamentó que la sustitución de lámparas incandescentes por lámparas de bajo consumo es la medida más rápida y redituable para reducir la demanda de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.
Las lámparas de bajo consumo tienen un mayor nivel de eficiencia en la transformación de energía eléctrica en luz; mientras las incandescentes convierten el 85 por ciento de la energía que consumen en calor, y sólo el 15 por ciento en luz, en las lámparas de bajo consumo la emisión de calor es casi nula, con lo cual se obtiene inmediatamente y al mismo tiempo una economía directa en ahorro de energía en la iluminación y otra indirecta en la ventilación y climatización de los ambientes, reduciendo el requerimiento de aire acondicionado.
Espina explicó que “los potenciales beneficios del ahorro energético son la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, la conservación de recursos naturales, y la disminución de emisiones de mercurio que, en menor o mayor medida, se producen con la utilización de combustibles fósiles para la generación de energía”. Las lámparas de bajo consumo contienen alrededor de 2 miligramos de mercurio, mil veces menos que un termómetro clínico.
Frente al plan de gobierno, que propone realizar el recambio voluntario de bombitas, Greenpeace exige directamente la prohibición de las lámparas incandescentes, con vigencia desde 2010, como lo han dispuesto ya muchos países del mundo, entre ellos Canadá, Irlanda, Cuba, Venezuela y Australia.
El uso masivo de lámparas de bajo consumo puede ayudar a postergar inversiones en la expansión de suministro eléctrico, importante para rediseñar el plan energético del gobierno basado hoy en las peores opciones ambientales”, dijo Espina.