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Murió Norman Mailer, un hombre que noqueó a la vida
A los 84 años, luego de sufrir una larga enfermedad, falleció en Nueva York el prestigioso escritor, uno de los íconos de la literatura estadounidense. Talentoso, polémico, comprometido con sus ideas y ganador dos veces del premio Pulitzer, marcó a fuego las letras
10 de noviembre de 2007
Por Roberto Blanco
Era un fanático del boxeo, desde la mirada tan particular que tenía de ese deporte, Norman Mailer tuvo una actitud similar a los héroes del pugilismo. Inmenso talento, amante de los excesos y un vagabundo de los suburbios y el mundo noctámbulo, esencias que alimentaron su fina y penetrante escritura durante más de medio siglo.
Las crónicas dirán que falleció en la ciudad que más amaba, luego de sufrir varias intervenciones quirúrgicas tras haber iniciado su camino en 1923 en el seno de una tradicional familia judía neoryorkina.
Datos que alimentaran su bibliografía pero que nunca terminaran de describir el inmenso mundo intelectual y la pasión por la vida que lo llevó a estar como protagonistas en hechos relevantes de la vida del siglo XX que supo narrar desde su fina estampa de dominador de las letras.
Su primer gran golpe su novela debut, “Los desnudos y los muertos” donde Mailer con una pluma excelsa se adentró con crudeza en las caras más duras de la segunda Guerra Mundial a partir de sus propias experiencias, un texto que lo reveló ante los críticos estadounidenses que quedaron prontamente enamorados de su talento.
Esa novela, una de las once que escribió sobre una prolífica obra de 39 libros, también marcó su estilo del manejo testimonial, una faceta que uso con suma precisión y calidad al escribir biografías desde un punto de vista muy personal.
Mailer escribió sobre Marilyn Monroe, Pablo Picasso y sobre Lee Oswald, el asesino de un hombre que defendió particularmente en los inolvidables años sesenta, John Kennedy.
En esos años junto a Truman Capote se convirtió en uno de los escritores preferidos de la movida literaria de Estados Unidos, aunque a ambos artistas lo separaban maneras diferentes de ver la vida y de relacionarse con ella.
A Mailer le encantaba recorrer los bares suburbanos y frecuentar a los personajes más siniestros y compartir con ellos una copa de whisky, mientras alimentaba así su imaginario para contar con personajes e historias para sus trabajos.
Fue con estos personajes que Mailer desarrolló su perfil periodístico desde la década del cincuenta donde trabajó en varios medios importante como columnista, además de ser fundador de un periódico y ser una pluma habitual en los setenta de la mítica “Playboy”.
En el periodismo logró algo casi imposible: ser premiado en dos oportunidades con el Pulitzer, la primera vez con el reportaje “La noche de las armas” de 1968 donde contó una manifestación pacifista ante la Guerra Vietman en el Pentágono y el segundo en 1980, por “La canción de los Ejecutores”, conocida como "La canción del verdugo", donde Mailer narró las alternativas de la ejecución de un hombre (Gary Gilmore), quien fue llevado a la silla eléctrica en 1976.
Además de la literatura y el boxeo, otra de sus grandes pasiones fueron las mujeres, y eso se materializó con sus seis casamientos que incluyó el drama de haber acuchillado a una de ellas en su noche de bodas producto de un exceso de bebidas.
La mujer (Adela Morales) se recuperó y nunca lo denunció para vivir feliz con el escritor por casi una década, donde Mailer, como lo hizo con sus otras mujeres, nunca dejó de vivir el sexo a pleno como un hombre que no podía renunciar a la poligamia.
Apasionado del boxeo era capaz de recorrer el mundo o cruzar los Estados Unidos de costa a costa para presenciar un combate de título mundial y es aún una pieza periodística insuperable, la descripción fantástica que hizo del mítico combate entre Muhammad Alí y George Foreman, en el Zaire en 1974.
Tuvo fanáticos y detractores, sus opciones casi siempre no eran las “políticamente correctas”, pero él se divertía con las olas que levantaban sus opiniones, y quizás su ideario de vida se describa con mayor claridad con algunas de sus frases,
“Hay una ley de vida, cruel y exacta, que afirma que uno debe crecer o, en caso contrario, pagar más por seguir siendo el mismo.