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Por Arturo Navarro
Nuevo golpe al complejo agroindustrial
21 de abril de 2009
El gobierno nacional no puede seguir escondiendo su incapacidad para pagar reintegros a todos los sectores exportadores, ante los graves problemas fiscales que ha provoco su propia política. La respuesta a esta política equivocada lo ha llevado a eliminar la importación temporaria de soja, como una forma de distraer el debate y seguir chantajeando al sector más dinámico y competitivo de la economía. En otras palabras: se trata de un nuevo golpe al complejo agroindustrial que, principalmente, perjudicara a los exportadores aceiteros. Pero que afectará a la sociedad en su conjunto ante el incremento de la recesión que provocará esta medida.
La importación temporaria es un mecanismo de vigencia permanente en el marco de una economía abierta. Es un sistema que permitió a muchos países crecer, a pesar de no ser productores de la materia prima que procesan. La falta de recursos naturales los llevó a innovar y a desarrollar industrias eficientes, agregándole valor a esta importación temporaria y haciéndolos competitivos con los otros países que disponían de esas ventajas naturales.
La actual capacidad de procesamiento en la Argentina es de 50 millones de TT anuales de granos oleaginosos en tanto que la disponibilidad para procesar es de 30 millones de TT, resultante de las 35 millones TT prevista de producción menos los 5 millones que se exporta como poroto. Por lo tanto las fábricas tendrían un déficit de mercadería de 20 millones de TT. El Complejo Oleaginoso está trabajando al 60 % de su capacidad instalada motivo por el cual la prohibición de importar soja en forma temporaria es un golpe claro y deliberado a la eficiencia del sector.
Esta medida podría llegar a justificarse ante un escenario de cosecha record –obviamente no es el caso- o si la fabricas dejaran de comprar la producción nacional. Pero esta decisión, en estas circunstancias, no tiene explicación racional alguna. Las producción ha caído a 35 millones de TT desde las 48 millones de TT previstas. La realidad dice que todo lo que están dispuesto a vender los productores se comercializa y se exporta.
La reimplantación de los derechos a la exportación han sido los responsables de distorsionar el mecanismo de admisión temporáneo de soja. Dicha importación permitía importar soja de Paraguay, Brasil y Bolivia que era imprescindible para compensar el faltante de materia prima de nuestra industria aceitera. Esa mercadería se procesaba internamente y reexportaba como aceite y harina soja. Este mecanismo funciono muy bien en el período 1997-2001, en el cual existía solamente el diferencial arancelarios del 3.5 % y reintegros por los productos elaborados que se exportaban, como política agresiva para incentivar los procesos de transformación en el país.
Nunca se escucho un reclamo de la dirigencia sectorial y del gobierno sobre este mecanismo hasta febrero del 2002, fecha en que se establecieron los derechos de exportación. Tampoco surgió hasta esta fecha ningún problema para liquidar los impuestos al valor agregado. Los problemas que surgieron a partir de entonces, por la implantación de los derechos de exportación, se resolvieron a través de mecanismos técnicos para compensar el hecho imponible de que ingresaba un producto -soja - y salía como subproducto -harina y aceite-.
Hasta hoy no se conoce ninguna denuncia formal de las actuales autoridades de la AFIP por evasión, como quiere esconder esta ridícula medida. Lo único que está buscando es presionar a los productores para que vendan la soja que tienen guardada. Hasta ahora el gobierno lo único que hace con este tipo de medidas, es provocar un resultado inverso al que está buscando: se vende menos soja y se liquidan menos divisas.
La realidad dice que están pasando por la puerta del Complejo Aceitero más importante del mundo una importante producción de soja de nuestros socios del MERCOSUR. En el 2008 ingresaron por importación temporaria solamente 2.8 millones de TT. El 2009 ha ingresado, a partir del enero de este año, solamente 300 mil TT sobre un potencial de 1,5 millones de TT por la caída de producción en Paraguay y Bolivia. El potencial de producción de soja que podría pasar por la hidrovia pasaría de los 3,3 millones de TT actuales a 5 millones de TT.
Lo que no ingresa en el país por esta prohibición de importación temporaria pasa directo al puerto de Nueva Palmira, Uruguay para hacer el transbordo del poroto de barcaza a buque granelero. La operación no deja beneficio alguno a la Argentina. El mayor calado de la Hidrovia tiene mucho que ver con la mayor producción del MERCOSUR para que salga por el Rio de la Plata y nuestro país tiene la obligación de aprovechas toda esa producción para ocupar a pleno la capacidad instada.
Hay que dejar de actuar en forma espasmódica por problemas de coyuntura porque van a seguir agravado nuestra relación con los mercados del mundo. En vez de mejorar la situación fiscal con estas medidas la van a agravar por menor actividad y menor volumen exportado. La dirigencia en general tiene la obligación de no mirar este tema solamente como un fenómeno sectorial sino como parte de un gran proyecto de planificación y desarrollo que nos integre definitivamente al Mercosur y con el resto de los mercados.
(*) El autor es consultor y Director del Área Cadena Agroindustrial de Carta Política.