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Por Hugo Martini
Un país afuera del mundo
19 de septiembre de 2008
Hace dos meses cayó la Resolución 125 y la argentina política vive desde entonces en un limbo, en el que todos parecen que esperar algo sin hacer casi nada.
Por un lado, el gobierno espera que la inflación no lo destroce, que la crisis financiera internacional no transforme en un error su decisión de pagarle al Club de París o que la CGT y el justicialismo no lo abandonen. Por otra parte, la mayoría de la oposición gira alrededor de la necesidad de un cambio pero esta actitud se agota en criticar lo que está pasando.
El gobierno y los opositores imaginan un escenario heroico rumbo a una gran colisión: el gobierno supone que en los próximos meses librará la batalla final para dominar definitivamente la conspiración de los que no lo dejan hacer lo que quiere. Mientras tanto, en la vereda de enfrente, hay opositores que imaginan una fenomenal crisis institucional en el marco de la Asamblea Legislativa.
¿Qué pasa si no pasa nada emocionante y los argentinos llegan a las elecciones parlamentarias de octubre 2009?
En realidad, el desafío de vivir dentro de las instituciones es más profundo de lo que se supone, porque afecta a todos.
Los dirigentes argentinos expresan al pueblo que representan: lúcido, creativo y culto. Las frases ingeniosas de la mayoría de esos dirigentes componen los títulos de los medios de comunicación. Todo el mundo se asombra de la frase de la Señora Presidenta: “Estamos viendo como el Primer Mundo se derrumba como una burbuja”.
Alberto Fernández declaró: “Es bueno que se vaya algún Fernández”. En cambio, a una minoría de estos dirigentes, los que no buscan el lado cómico de las cosas como son los casos de Binner o Macri, pareciera “que les faltara algo”.
La oposición esta integrada por algo más que por los partidos políticos. Por ahora, los senadores y diputados están tratando de encontrar puntos de contacto que les permita articular una posición parlamentaria unificada. La pregunta es qué está haciendo el resto de la sociedad que se opone al gobierno y que también critica a la oposición política, “porque no hace nada”.
El ejemplo más notable de esa falta de propuestas es el de la mesa de las cuatro entidades que lideraron la inmensa y combativa movilización rural. La protesta actual demanda, al gobierno, por no presentar un plan agropecuario integral. ¿Cuál es el de las cuatro entidades?
La idea sería transmitir la imagen de un país normal en términos clínicos. No hay que hacer una encuesta para descubrir que los líderes de los 10 países más importantes del mundo –incluido Brasil- suponen que a la cabeza de los argentinos le ha pasado algo, “como si les faltaran algunos jugadores”. Que nos reciban, saluden cordialmente y en algunos casos se abracen con nosotros no cambia ese supuesto esencial.
¿No será esta actitud ligeramente disipada e irresponsable el origen de nuestro aislamiento internacional y la falta de inversión extranjera? Porque nadie compra o se sube a un vehículo que tiene una enorme probabilidad de chocar.
Por un lado, el gobierno espera que la inflación no lo destroce, que la crisis financiera internacional no transforme en un error su decisión de pagarle al Club de París o que la CGT y el justicialismo no lo abandonen. Por otra parte, la mayoría de la oposición gira alrededor de la necesidad de un cambio pero esta actitud se agota en criticar lo que está pasando.
El gobierno y los opositores imaginan un escenario heroico rumbo a una gran colisión: el gobierno supone que en los próximos meses librará la batalla final para dominar definitivamente la conspiración de los que no lo dejan hacer lo que quiere. Mientras tanto, en la vereda de enfrente, hay opositores que imaginan una fenomenal crisis institucional en el marco de la Asamblea Legislativa.
¿Qué pasa si no pasa nada emocionante y los argentinos llegan a las elecciones parlamentarias de octubre 2009?
En realidad, el desafío de vivir dentro de las instituciones es más profundo de lo que se supone, porque afecta a todos.
Los dirigentes argentinos expresan al pueblo que representan: lúcido, creativo y culto. Las frases ingeniosas de la mayoría de esos dirigentes componen los títulos de los medios de comunicación. Todo el mundo se asombra de la frase de la Señora Presidenta: “Estamos viendo como el Primer Mundo se derrumba como una burbuja”.
Alberto Fernández declaró: “Es bueno que se vaya algún Fernández”. En cambio, a una minoría de estos dirigentes, los que no buscan el lado cómico de las cosas como son los casos de Binner o Macri, pareciera “que les faltara algo”.
La oposición esta integrada por algo más que por los partidos políticos. Por ahora, los senadores y diputados están tratando de encontrar puntos de contacto que les permita articular una posición parlamentaria unificada. La pregunta es qué está haciendo el resto de la sociedad que se opone al gobierno y que también critica a la oposición política, “porque no hace nada”.
El ejemplo más notable de esa falta de propuestas es el de la mesa de las cuatro entidades que lideraron la inmensa y combativa movilización rural. La protesta actual demanda, al gobierno, por no presentar un plan agropecuario integral. ¿Cuál es el de las cuatro entidades?
La idea sería transmitir la imagen de un país normal en términos clínicos. No hay que hacer una encuesta para descubrir que los líderes de los 10 países más importantes del mundo –incluido Brasil- suponen que a la cabeza de los argentinos le ha pasado algo, “como si les faltaran algunos jugadores”. Que nos reciban, saluden cordialmente y en algunos casos se abracen con nosotros no cambia ese supuesto esencial.
¿No será esta actitud ligeramente disipada e irresponsable el origen de nuestro aislamiento internacional y la falta de inversión extranjera? Porque nadie compra o se sube a un vehículo que tiene una enorme probabilidad de chocar.