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Por Arturo Navarro
Elegir entre retenciones o duplicar exportaciones
16 de agosto de 2008
Después de analizar lo ocurrido en Palermo, la dirigencia en general tiene que asumir que no se puede construir un país federal confiscando la renta de los productores con el fin de darle más poder económico al gobierno central. En esta contradicción está el origen de la inédita votación en el Senado de la Nación y el apoyo de la ciudad al reclamo del interior del país.
El sistema de retenciones en vigencia –incluso después de la derogación de la Resolución 125- demuestra que no produce alimentos más baratos, no mejora la distribución del ingreso, distorsiona geopolíticamente el interior del territorio y crea una fuerte dependencia de los intendentes y gobernadores hacia el gobierno central.
Lamentablemente la presidente de la Nación Cristina Fernandez de Kirchner expreso que ratifica todo lo actuado, desconociendo todo lo que significo el reclamo de todo el interior.
Después de más de 140 días de conflicto el campo ha realizado, de hecho, el siguiente balance:
1. Este no ha sido un reclamo de chicos contra grandes productores.
2. Las retenciones son un impuesto al productor innovador y eficiente, como lo definieron muchos intendente presentes en el Congreso Nacional.
3. Existen nuevas formas del trabajo y de comercialización agrícola, que han formado una novedosa red de participantes en las asociaciones de siembras que ellos mismos quieren defender.
4. Ha despertado a la conciencia política una clase media del interior que acompañó al costado de las rutas, muchos de ellos como auto convocados, porque se dieron cuentas que las retenciones móviles terminaban con la razonable previsibilidad que tiene una inversión a cielo abierto, a pesar de los buenos precios internacionales.
La dirigencia agropecuaria tiene ahora la responsabilidad y obligación de hacer un rechazo formal de todo el sistema de recaudación proponiendo una serie de medidas alternativas:
1. Las retenciones deben ser sustituidas por un impuesto a la exportación deducible de ganancias que será, obviamente, coparticipable. Los pequeños, medianos y grandes productores necesitan pagar sus impuestos con un régimen impositivo basado en el impuesto a las ganancias para que sea progresivo según los ingresos de cada uno. Segmentar el nivel de productores para pagar retenciones diferenciales es un retroceso para el sector y el país.
2. Debe protegerse a los mercados de futuros que benefician, en primer lugar, a los productores. No se ayuda al productor con anuncio de investigaciones hechos por los diarios para distraer la atención de los temas importantes. El ONCCA debe volver a sus funciones específicas.
3. Es necesario crear algún mecanismo transitorio que evite dejar sin financiamiento al Estado. Por ejemplo, que dicho impuesto se pague a cuenta de ganancias por cierto tiempo, hasta implementar una nueva estructura impositiva y de coparticipación federal.
Ha llegado la hora de evolucionar y cambiar nuestra política agropecuaria tal como lo ha hecho nuestro vecino de la República de Brasil. El resultado es que aumentaron la producción de alimentos en pocos años para el consumo interno y para la exportación, mejorando el poder adquisitivo y la alimentación de todos los brasileños.
Estas políticas le permitieron al Brasil poder atender a los pequeños productores con ayudas efectivas sin frenar la capacidad emprendedora del sector agroindustrial y alimentar con subsidios directos al 20% de la población más necesitado.
Producir el doble de lo que producimos es el camino para distribuir mejor el ingreso.
*El autor es consultor de temas agropecuarios.
El sistema de retenciones en vigencia –incluso después de la derogación de la Resolución 125- demuestra que no produce alimentos más baratos, no mejora la distribución del ingreso, distorsiona geopolíticamente el interior del territorio y crea una fuerte dependencia de los intendentes y gobernadores hacia el gobierno central.
Lamentablemente la presidente de la Nación Cristina Fernandez de Kirchner expreso que ratifica todo lo actuado, desconociendo todo lo que significo el reclamo de todo el interior.
Después de más de 140 días de conflicto el campo ha realizado, de hecho, el siguiente balance:
1. Este no ha sido un reclamo de chicos contra grandes productores.
2. Las retenciones son un impuesto al productor innovador y eficiente, como lo definieron muchos intendente presentes en el Congreso Nacional.
3. Existen nuevas formas del trabajo y de comercialización agrícola, que han formado una novedosa red de participantes en las asociaciones de siembras que ellos mismos quieren defender.
4. Ha despertado a la conciencia política una clase media del interior que acompañó al costado de las rutas, muchos de ellos como auto convocados, porque se dieron cuentas que las retenciones móviles terminaban con la razonable previsibilidad que tiene una inversión a cielo abierto, a pesar de los buenos precios internacionales.
La dirigencia agropecuaria tiene ahora la responsabilidad y obligación de hacer un rechazo formal de todo el sistema de recaudación proponiendo una serie de medidas alternativas:
1. Las retenciones deben ser sustituidas por un impuesto a la exportación deducible de ganancias que será, obviamente, coparticipable. Los pequeños, medianos y grandes productores necesitan pagar sus impuestos con un régimen impositivo basado en el impuesto a las ganancias para que sea progresivo según los ingresos de cada uno. Segmentar el nivel de productores para pagar retenciones diferenciales es un retroceso para el sector y el país.
2. Debe protegerse a los mercados de futuros que benefician, en primer lugar, a los productores. No se ayuda al productor con anuncio de investigaciones hechos por los diarios para distraer la atención de los temas importantes. El ONCCA debe volver a sus funciones específicas.
3. Es necesario crear algún mecanismo transitorio que evite dejar sin financiamiento al Estado. Por ejemplo, que dicho impuesto se pague a cuenta de ganancias por cierto tiempo, hasta implementar una nueva estructura impositiva y de coparticipación federal.
Ha llegado la hora de evolucionar y cambiar nuestra política agropecuaria tal como lo ha hecho nuestro vecino de la República de Brasil. El resultado es que aumentaron la producción de alimentos en pocos años para el consumo interno y para la exportación, mejorando el poder adquisitivo y la alimentación de todos los brasileños.
Estas políticas le permitieron al Brasil poder atender a los pequeños productores con ayudas efectivas sin frenar la capacidad emprendedora del sector agroindustrial y alimentar con subsidios directos al 20% de la población más necesitado.
Producir el doble de lo que producimos es el camino para distribuir mejor el ingreso.
*El autor es consultor de temas agropecuarios.