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Por Manuel Solanet
Desfachatez, obsecuencia y miedo
9 de octubre de 2007
La actitud de negar la realidad es una forma de mentir. Cuanto más evidente sea esa realidad, tanto más difícil es negarla sin aproximarse al ridículo. En nuestro idioma vernáculo, al que hace frecuentemente afirmaciones que no se condicen con la realidad sino con su imaginación, se lo reconoce como un “macaneador”.
Es una categoría poco respetada de la viveza criolla, aunque hay cierta condescendencia hacia el macaneador en mérito a su picardía. Cuando se llega al extremo de contradecir de forma brutal una realidad que es obvia para los demás, entonces se avanza hacia otra categoría. Ya no se produce indignación con el que miente porque subestime la inteligencia o abuse de la inocencia de los demás, sino que simplemente se pone en ridículo. Pierde la cara o la facha. Esa persona pasa de la categoría de macaneador a la de descarado o desfachatado.
En esta categoría pueden encuadrarse las recientes afirmaciones del presidente Néstor Kirchner respecto de los índices del INDEC: “Acá, en la Argentina, para que ustedes lo tengan claro, el índice está perfecto; se lo ha supervisado perfectamente; lo hemos hecho auditar”. Mientras el presidente hacía esta afirmación, los propios técnicos del INDEC manifestaban por la calle en protesta por estar sometidos compulsivamente a falsear el índice de precios. El manipuleo del índice de precios se repite desde el mes de enero. Además, desde entonces el ama de casa siente en carne propia la mayor inflación y hay evidencia que los precios relevados por el INDEC no se corresponden con los del supermercado. Se han expuesto múltiples datos de una inflación superior a la oficial. En la lista de los hechos insólitos recordemos que hace unos días el gobernador de Mendoza reconoció que el INDEC había modificado el índice de precios enviado por su oficina provincial de estadísticas. Lo increíble es que el gobernador Cobos es quien secunda en la fórmula presidencial a la Sra. de Kirchner. Un cambalache.
Desde el atril, el presidente Néstor Kirchner ha utilizado asiduamente el método de la acusación a personas o instituciones. Casi siempre lo ha hecho sobre la base de adjudicarles culpas que no tienen, o de situaciones que no son como las describe. Sus referencias suelen ser acompañadas por guiños, sonrisas sugestivas y supuestos conspirativos. Generalmente ha cuidado de asegurarse frente a él una audiencia obsecuente, dispuesta a festejar y aplaudir sus reproches e ironías. Puede que este método de comunicación lo prive de advertir la reacción de su audiencia frente a afirmaciones descaradas. No hay nadie delante que le diga que el rey está desnudo. Sus funcionarios no lo hacen. Lamentablemente muchas entidades representativas del sector privado tampoco y peor aún, responden por miedo u obsecuencia a presiones para emitir comunicados de apoyo. Frente a las declaraciones presidenciales que comentamos más arriba, varias entidades privadas, entre ellas la Unión Industrial, CAME y ADEBA, emitieron insólitamente declaraciones de respaldo al Presidente.
Debemos lamentarnos también que un importante segmento de la población se mantenga alejado de la información y no alcance a reaccionar frente a las contradicciones y falsedades del discurso oficial. Parecería que sólo la sensación material de la mejora o desmejora económica podrá decidir la posición de ese segmento, sin que indague sobre lo que puede venir ni sobre los aspectos éticos e institucionales.
¿Hasta cuándo se seguirá aceptando pasivamente esta situación sin castigar masiva y moralmente con el voto, a quienes desconocen la verdad hasta la desfachatez? ¿O para que ello ocurra hace falta una crisis que golpee los bolsillos.