Las comunicaciones institucionales han pasado etapas comparables con el desarrollo vital. Nacieron a la vida como un requerimiento primario y dirigido fundamentalmente a los públicos internos, transitaron la pubertad respondiendo antes que anticipándose a demandas externas de información y viven la lozanía de la juventud al compás de las sofisticadas herramientas que les ofrece el mundo contemporáneo.