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21 de noviembre de 2024
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Por Roberto Aguirre Blanco
En la política, el rating de TV no significa popularidad
21 de junio de 2008
Error Cristina: la televisión tiene su propios códigos que cuando la política los quiere adoptar para sí, cambian radicalmente y pueden volverse un boomerang.

El uso de la Cadena Nacional como instrumento para llegar a la mayor cantidad de personas parece ser la panacea que encontró el gobierno en las últimas semanas, pero se equivoca.

Seducidos por los números del rating, especialmente en las apariciones en el Salón de Blanco en esta última semana con altos mediciones de audiencia “inspiraron” a los hombres y mujeres del poder a proponer la cadena para cada acto con cierta importancia con el fin de escuchar y ver a la presidenta Cristina Kirchner.

Los buenos rating del martes y el miércoles en las apariciones públicas de la jefa de Estado fueron un “canto de sirenas” para sus asesores, quienes no entendieron que fue la inquietud de los ciudadanos sobre la necesidad de escuchar palabras que desembocaran en una solución al conflicto del campo, lo que generó tamaña expectativa.

A contramano de la popularidad que genera estar al tope del rating diario de los programas más vistos, cuando la política desembarca en un medio tan popular como la TV, habitualmente es para poner pies sucios sobre una mesa bien servida.

Los índices de popularidad que se pierden por acciones de gobierno no se recuperan con el rating de la televisión, que habitualmente mide en dirección contraria a las intenciones de los políticos.

El martes, las palabras de la presidenta en la Casa de Gobierno, cuando anunció que enviaría la polémica resolución del Ministerio de Economía sobre retenciones móviles al Congreso, generaron en una hora de transmisión de la Cadena Nacional 26,5 puntos, y fue lo segundo más visto de ese día.

Veinticuatro horas después, nuevamente en cadena, el acto del Gobierno en Plaza de Mayo, con el ardor aún del conflicto con el campo en el tapete rindió 29,2 y se ubicó tercero en el top five del día, que fue ganado por el partido de Brasil y Argentina (41,9).

Sin embargo, es bueno subrayar que el lunes feriado al mediodía el almuerzo de Mirtha Legrand por América, con una mesa de hombres del campo, midió 10,5 con picos de 12 puntos, duplicando el rating habitual de la diva.

Y, esa noche, la autoconvocatoria de ciudadanos en “cacerolazos” en todo el país -sin cadena- fue lo segundo más visto del día sumando todos los canales que transmitieron por aire.

El interés de la gente estaba evidenciado y esa mirada seguramente no fue apreciada con la misma objetividad por los asesores de la Secretaría de Medios del Gobierno Nacional.

Según pudo saber Asteriscos.Tv, la metodología del llamado a una Cadena Nacional en el entorno del matrimonio presidencial no ha variado en los últimos años, sólo se reclama “ante una necesidad imperiosa” y lo deciden solamente en ese limitado círculo personal.

Los números del rating sedujeron a la presidenta, que en menos de un mes tuvo cinco de estas oportunidades de transmisión “obligada”, desde el pasado 25 de mayo en el acto realizado en Salta.

Desde mediados de los '90, con la proliferación de los canales de cable de noticias, la modalidad de una cadena nacional se fue acotando a situaciones muy puntuales y extremas.

En los últimos ocho años se puede nombrar sin temor a equivocarse menos de una decena de estas transmisiones, incluyendo las asunciones de los presidentes, Fernando de la Rúa anunciando la renuncia de Domingo Cavallo y el presidente Néstor Kirchner pidiendo la dimisión de la Corte Suprema y con el misterioso secuestro del dirigente Luis Gérez, como mejores ejemplos.

Los actos de gobierno siempre son transmitidos en vivo por los cinco canales de noticias de cable –Buenos Aires es el único país del mundo con tantas señales de este tipo- más la cadena oficial de TV y radio.

Pareciera que en estos últimos tiempos eso no alcanza y a pesar de la crítica oficial por la concentración de grupos de poder sobre medios de comunicación, el Gobierno recorre el mismo camino para transmitir sus ideas.