Por Roberto Aguirre Blanco
Marcelo Tinelli cruzó un límite y se pasó de rosca
27 de octubre de 2010
Aunque en esta televisión doméstica siempre puede haber un hecho que supere al último, y sea mucho más provocador y escandaloso, lo sucedido este lunes 25 en �Bailando por un Sueño� fue un golpe que hizo reaccionar a gran parte de la TV.
¿Era necesario que el programa de mayor rating del país, y que este lunes aplastaba a sus competidores, recurriera a un golpe de efecto pornográfico y de mal gusto?
Seguramente no. Sin embargo, Tinelli y su producción lo hicieron. La responsabilidad no puede ser dejada de lado, porque difícilmente un cuadro coreográfico tan �hot� como el que realizó la bailarina Silvina Escudero no fuera chequeado o pautado con la producción.
Poco vale tener picos de 39 puntos si el camino es el elegido, con una mujer tirada sobre un escritorio y un hombre encima arrancándole el corpiño y besándole -con lengua desaforada- los pechos, en un acto más cercano a la pornografía.
Y sin dudas ya nadie se sorprende de lo �chabacano�, pero el tema es que la escena además se acercó a lo vulgar.
El efecto dominó fue inmediato: los propios programas satélites de �Showmatch�, esos que por la tarde repiten hasta el hartazgo las imágenes de la noche, fueron muy duros con lo visto y elevaron una fuerte crítica por el mal gusto del baile de Escudero.
También en la participante hay un grado de responsabilidad: en este contexto de querer impactar más que la anterior pareja, cada �famoso� busca tensar más la cuerda con una vuelta de tuerca sobre el baile para hacerlo más �hot y provocador�.
Ya no hay límites y quedó evidenciado por el convencimiento de la bailarina, que pensó que había estado �perfecta�.
Las consecuencias se vieron inmediatamente en el programa del martes de �Bailando" donde todo fue plácido, estético y de buena calidad interpretativa. Parecía un capítulo de Heidi ante tanto Playboy local.
Lo que se vio también empobrece la imagen de Canal 13, asociado desde siempre a la familia y al nivel de su producción.
Por esas horas, El trece festeja sus 50 años de vida y allí hay historia de grandes ciclos, grandes artistas, y producciones de un nivel de excelencia que dejan flotando una pregunta:
¿Hay un límite o el �stop� depende de la gente y con su control remoto?