Luego de un frustrado intento ayer, el cohete ruso Rockot, llevando al satélite europeo GOCE (Gravity field and steady-state Ocean Circulation Explorer) despegó hoy exitosamente y llegó a órbita, en una misión que revolucionará nuestro conocimiento sobre el campo gravitatorio terrestre y nos proveerá datos sobre el cambio climático.
El despegue se produjo a las 14:21 del 17 de marzo desde el cosmódromo de Plesetsk, en el norte de Rusia. Noventa minutos después y tras un segundo encendido de la etapa superior Breeze, el satélite era liberado en la trayectoria esperada.
GOCE tiene forma de punta de flecha, lo que le da una apariencia espectacular y futurista, muy distinto a los satélites habituales. Esto se debe a que su órbita final, con el fin de que los instrumentos hagan mejores mediciones, estará a solo 268 km de altitud, muy cerca de la zona más enrarecida de la atmósfera.
En esa parte superior de la atmósfera, hay moléculas que entorpecen el desplazamiento. El efecto es similar al aire que en la autopista frena y hace vibrar a nuestros autos. Por esa razón GOCE es lo más aerodinámico posible, tiene motores iónicos que evitarán las perturbaciones y en vez de implementar los habituales paneles solares desplegables, está recubierto por células solares en sus paredes interiores.
El Rockot, cohete que lo puso en órbita, es una adaptación espacial de un viejo misil SS-19. Su potencia ha sido suficiente para colocar la carga en una órbita más alta que la definitiva, donde pasará unos días mientras se revisan sus sistemas y calibran sus instrumentos.
Después, GOCE utilizará su propio motor para reducir la altitud hasta la órbita de trabajo, lo más cerca posible de la tierra.
El satélite pesa una tonelada y es muy compacto. Su instrumento principal es un gradiómetro capaz de medir las variaciones del campo gravitatorio en tres dimensiones y con una sensibilidad sin precedentes.
Este instrumento permitirá levantar un mapa del geoide -la superficie de referencia de nuestro planeta-, así como de sus anomalías gravitatorias. Esto ayudará a los científicos a saber más sobre la estructura interna de nuestro planeta, y nos hará entender mejor fenómenos como terremotos y volcanes. También realizará importantes estudios del clima y de la circulación oceánica avanzados, que permitirán detectar los aumentos del nivel de los océanos.
GOCE, cuyo costo fue de 450 millones de dólares, es el primer integrante de la serie Earth Explorer de la ESA. Muy pronto lo seguirán la misión SMOS y el Cryosat-2.
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