La intuición, según las parteras, surge de su propia capacidad de conexión interna con los aspectos corporales y espirituales más profundos de su ser, así como de sus conexiones físicas y psíquicas con la madre y el bebé.
En su último libro, Perspectivas antropológicas del parto y el nacimiento humanos (Editorial Creavida, 2009), Robbie Davis-Floyd reflexiona profundamente acerca de la validez de la intuición en la atención del parto. En él, entrevista una gran cantidad de parteras y concluye diciendo:
«[...] Hemos intentado examinar el fenómeno de la disposición ocasional de las parteras para confiar en la intuición como fuente principal de conocimiento autorizado en una sociedad que concede legitimidad conceptual y legal sólo a lo que pertenece a procesos racionales".
El especialista detalló que "hemos visto que la confianza que estas parteras otorgan a su conocimiento interior es una parte integral del conjunto de su filosofía, tal como se expresa en la “Declaración de valores y ética”, de MANA (una organización de parteras americanas), y tal como se ejemplifica en las historias que nos explican sus experiencias individuales con la intuición y el parto. A diferencia del modelo tecnocrático, que incluye una plétora cada vez mayor de tecnologías de diagnóstico y de remedio basadas en la separación, esta filosofía holística de la partería concede un gran valor a la conexión inter e intrapersonal, e incluye una variedad de conductas que expresan esa “danza” conectiva".
"La intuición, según estas parteras, surge de su propia capacidad de conexión interna con los aspectos corporales y espirituales más profundos de su ser, así como de sus conexiones físicas y psíquicas con la madre y el bebé", añadió.
Esta fiabilidad de la intuición está intrínsicamente relacionada con la matriz de la conexión física, emocional y espiritual —una matriz que da más poder y credibilidad a la intuición, en opinión de estas parteras, que a la información que surge de las tecnologías de la separación.
Para el médico, el hecho de que, a pesar de todo, las parteras lleven consigo y utilicen con libertad tales tecnologías demuestra no sólo que también valoran lo racional, sino que se están volviendo expertas en equilibrar los protocolos y las exigencias de la información obtenida tecnológicamente con su aceptación intuitiva de la singularidad de las mujeres durante el trabajo de parto y el parto.
"Entendemos que sus redes profundas, conectivas, de mujer a mujer, tejidas con tanto amor, en una sociedad que no otorga a esas conexiones ninguna autoridad de conocimiento y poco valor a la realidad conceptual, tienen un gran potencial para restablecer el equilibrio de la intimidad en las múltiples alienaciones de la vida tecnocráctica…", concluyó.