Investigaciones recientes determinaron que el nivel de hormona antimulleriana indica la cantidad de óvulos disponibles en cada mujer. De ahí su interés para ajustar la estrategia terapéutica en la expectante búsqueda de un embarazo.
¿Cómo poder definir si los ovarios de una mujer normal tienen óvulos en cantidad y calidad adecuada para ser fertilizados ante la búsqueda de un hijo? Es un dilema de difícil respuesta médica, aún en la mujer con ciclos normales o sin ningún antecedente de riesgo al respecto.
Carlos Allami, Jefe de Reproducción Humana del Hospital Durand, explicó que "la realidad es que el número de óvulos con que cuenta una mujer para lograr un embarazo, disminuye inexorablemente en progresión lineal con la edad, como consecuencia de un sutil proceso de deterioro ovárico biológicamente controlado, que determina la involución de la mayoría de los óvulos (contenidos en pequeños sacos denominados folículos)".
El experto, sostuvo que eso implica que cuando una mujer comienza el proceso de búsqueda de un embarazo, "desconoce cuán aptos son sus ovarios (y por extensión sus óvulos) para lograr su objetivo".
Recientes investigaciones proponen la evaluación de una sustancia conocida como hormona antimulleriana, que se detecta con una simple muestra de sangre. La misma constituye un factor de crecimiento del ovario, regula el desarrollo de los folículos, evitando que en cada ciclo se "gaste" una cantidad excesiva por lo que es un mecanismo de autoprotección del ovario, que se autopreserva impidiendo que en cada ciclo se consuman muchos óvulos.
"El dato interesante confirmado por investigaciones locales e internacionales es que dicha hormona es un indicador proporcional al número de folículos presentes: cuanto mayor es la cantidad de hormona antimulleriana, mayor es la cantidad de óvulos existentes en el ovario. La utilidad de dicho registro es la posibilidad de ajustar la estrategia terapéutica, ante la confirmación de la reducción de dicha sustancia, y el fracaso en el tratamiento de fertilización precedente. Es decir, el conteo de esta hormona debería convertirse en un estudio de rutina en mujeres que estén en búsqueda de un embarazo ya que refleja en forma confiable la capacidad de respuesta del ovario frente a la estimulación, y no ser sólo una estimación posterior frente al fracaso de los tratamientos, como ocurre actualmente", señaló Allami.
Más aun -continuó- "la utilidad se extiende a pacientes que debieron realizar tratamientos que afectaron directamente sus ovarios (por ejemplo las terapias usadas en oncología) que inevitablemente impactan en la masa de folículos ováricos, determinando una dramática disminución de su número. En estos casos, la determinación de la hormona antimulleriana permite definir un pronóstico y una estrategia reproductiva".
El especialista advirtió que, más allá de estos hallazgos, "difícilmente sea pertinente para los médicos impedir a una mujer que procure el intento de un tratamiento de fertilización sólo por el hallazgo de un descenso de esa hormona".
"Hemos registrado casos de embarazos en pacientes en ese estado por lo que resulta conveniente un análisis muy prudente del tema, sin conclusiones absolutas. De todas maneras, este avance aportó un elemento de gran utilidad en la práctica médica al proponer nuevos horizontes de diagnóstico y para esclarecer además interrogantes no investigados, como por ejemplo, el impacto de la polución ambiental en el nivel de reserva ovárica. En síntesis, un nuevo recurso invalorable para favorecer el objetivo final: un hijo", concluyó.