La evolución de la infección por VIH ha cambiado radicalmente en los últimos años llevando a una mejor expectativa y calidad de vida de los pacientes con incremento del deseo de paternidad.
Ese deseo se vio incrementado porque más de la mitad de las personas VIH reactivas se encuentran en edad reproductiva y porque la mayor prevalencia de la infección se encuentra entre jóvenes de todos los niveles socioeconómicos debido a la transmisión heterosexual.
Esto ha llevado a hombres y mujeres a pensar nuevamente en la posibilidad de ser padres y a los científicos en las herramientas necesarias para lograr el nacimiento de un bebé sano.
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es una enfermedad causada por el virus de VIH que genera la destrucción del sistema inmunológico de quien la padece. Posee tres vías de transmisión: durante la relación sexual sin protección, parenteral, por el uso compartido de jeringas o mediante una transfusión sanguínea,
vertical, es decir, de madres infectadas al feto.
En los últimos años, se ha progresado mucho en los conocimientos sobre las vías de transmisión vertical –madres a hijos- del VIH y los modos de prevenirla pero también hay un opción para aquellos hombres seropositivos con pareja estable no portadora que les permite en la actualidad tener hijos sanos mediante un procedimiento denominado "lavado de semen”.
“Desde diciembre del 2000, en el Programa FERTHIV, de fertilización para parejas con VIH, hemos atendido más de 120 parejas y ya han nacido más de 15 bebés. Se trabaja en forma interdisciplinaria para lograr que la pareja lleve adelante el embarazo”, sostiene Sergio Pasqualini, Director de Halitus Instituto Médico.
El procedimiento consiste en el procesamiento de la muestra de semen con lavado (separar los espermatozoides del líquido seminal y determinar la carga viral) y luego se procede a implantar los espermatozoides "limpios" en el útero de la mujer por medio de diferentes técnicas de fertilización asistida.
La técnica de fertilización que se llevará a cabo dependerá de la historia clínica de la pareja. Si la mujer no presenta alteraciones que desaconsejen el procedimiento, puede realizarse una inseminación intrauterina.
En este caso, los espermatozoides con carga viral negativa después del procesamiento y lavado, son colocados en el útero de la mujer en la fecha de ovulación. En aquellos casos de factor masculino moderado o severo, de factor tubario, endometriosis o varios intentos previos fallidos, es preferible realizar FIV-ICSI, y en este caso, luego de procesada la muestra se lleva a cabo la fertilización in Vitro.
Y por último, en casos de mujeres con falla ovárica severa puede recurrirse a la ovodonación y entonces, luego de realizar el procedimiento y lavado de los espermatozoides, se realiza la fertilización del óvulo donado y posterior transferencia al útero de la mujer.
“El riesgo de transmisión con esta técnica en cualquier tratamiento de fertilidad es menor a 1 entre 5000, es decir un 0,0002%, según diferentes publicaciones. Es importante tener en cuenta la carga viral del paciente para evaluar si es necesario un tratamiento previo o no con el equipo de infectólogos. Los niveles de VIH en sangre y semen no se correlacionan. Aquellos pacientes que reciben tratamiento y tienen carga viral en plasma negativa, pueden presentar el virus en el líquido seminal con una frecuencia del 2%”, explica la especialista de Halitus Instituto Médico, Dra. Albertina Paganini.