En adhesión a la campaña que promueve la coalición Salud Sin Daño en la Argentina, la ciudad de Buenos Aires eliminó los clásicos termómetros de mercurio de los inventarios de compra de los hospitales públicos.
Esto significa que una vez que se acabe el stock actual, el sistema de salud de la Ciudad los habrá suprimido por completo. En la actualidad, en la mayor parte de los hospitales ya se utilizan termómetros digitales. La medida obedece a la necesidad de evitar las emisiones del mercurio al medio ambiente. También se están cambiando progresivamente los tensiómetros con mercurio por otros llamados aneroides.
Salud sin Daño participó activamente en las capacitaciones a los trabajadores de los hospitales porteños y a través de la donación de más de seis mil termómetros digitales.
La eliminación del uso de mercurio por parte del sector salud representa una significativa reducción de un riesgo tóxico para los trabajadores y para la comunidad en general. El diagnóstico de situación que elaboró la Coordinación de Salud Ambiental del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) en 2006 reveló que los hospitales del sistema estaban emitiendo al medio ambiente alrededor de 40 kilos de mercurio al año.
En julio de 2006, el entonces Ministro de Salud, Dr. Alberto de Micheli, firmó la Carta de Intención de Eliminación del Mercurio, con el objetivo de transformar a los hospitales en promotores del cuidado del medio ambiente y disminuir los riesgos laborales del personal que trabaja en ellos.
“Gracias a esta campaña y al trabajo de la Coordinación de Salud Ambiental del GCBA, el sistema público de salud porteño es el primero de estas dimensiones en América Latina en haber reemplazado los termómetros de mercurio para medir la fiebre por alternativas ambientalmente más amigables y más seguras”, afirmó Verónica Odriozola, Coordinadora de la Coalición Salud sin Daño.
“Esperemos que esta medida sea sostenida y se refleje en otras mejoras en el sistema que contribuyan a promover un sector salud que proteja el medio ambiente y la salud pública”.
Cuando se rompen los termómetros y tensiómetros, lo que ocurre con una frecuencia sorprendente, se emite al medio ambiente el mercurio que contienen. El mercurio es un metal pesado tóxico que se evapora a temperatura ambiente y sus residuos contribuyen a aumentar la carga global de mercurio en el planeta. De este modo, paradójicamente, el sector salud se convierte en una fuente de contaminación y riesgo sanitario.
Los vapores de mercurio y el mercurio orgánico afectan el sistema nervioso provocando irritabilidad, temblores, alteraciones de la vista y la audición y problemas de memoria. Afecta también los riñones, y si la madre ha estado expuesta al mercurio orgánico, puede transmitirlo al bebé durante la gestación o la lactancia.