El trastorno bipolar, también conocido como enfermedad maníaca depresiva, es una patología de carácter crónico, potencialmente fatal, caracterizada por cambios de ánimo discapacitantes e interrumpidos que varían entre estados de euforia (maníaca) y depresión (depresiva).
Por su diagnóstico tardío, muchas personas conviven con la enfermedad sin saberlo, retrasando el tratamiento y viendo perjudicada tanto su calidad de vida como la de su entorno social.
La American Psychiatric Association determinó que el diagnóstico del trastorno bipolar se aplica sobre aquellas personas que han padecido al menos un episodio de manía. Este tipo de episodios, pueden estar precedidos por otros de carácter depresivo, condicionando la evolución de la enfermedad por la alternancia entre estos dos tipos de fases, en la gran mayoría de los casos.
Para el tratamiento de la fase maníaca de esta enfermedad, actualmente se encuentra disponible en el mercado una nueva presentación de una droga en base a litio de liberación controlada, indicada para estabilizar y controlar los síntomas de esta fase de la enfermedad.
El litio de liberación controlada es el único estabilizador del ánimo que ha demostrado disminuir el índice de suicidios en pacientes con trastorno bipolar. Por las características de esta enfermedad, el suicidio es una consecuencia corriente de los pacientes diagnosticados.
Para el doctor Sergio Strejilevich, jefe del Programa de Trastornos Bipolares del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, el tratamiento de la fase maníaca en base a litio de liberación controlada permite un mayor y más sostenido control de los síntomas de esta fase de la enfermedad, garantizando una mayor adhesión al tratamiento y una respuesta sostenida y perdurable en el tiempo.
“La normalización de episodios agudos de manía puede ocurrir en un plazo de 1 a 3 semanas de iniciada la terapia con litio”, afirmó.
El litio es una droga que cuenta con más de 30 años de experiencia clínica, calificada como esencial por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Utilizado para el tratamiento de este trastorno, el litio es considerado como el único estabilizador del ánimo que ha demostrado disminuir el índice de suicidio en pacientes con trastorno bipolar.
De acuerdo con estudios clínicos controlados con placebo en manía aguda, esta droga tiene una respuesta confirmada de hasta el 70 %.
Debido a que pueden pasar 10 años desde que el paciente sufre el primer episodio hasta que se lo diagnostica correctamente, muchas personas conviven con la enfermedad sin saberlo. Por tal motivo, un tratamiento a tiempo, es clave para el control de los síntomas.
A pesar de la falta de diagnóstico a tiempo y de estadísticas oficiales sobre el impacto de la enfermedad en la población argentina, se estima que la prevalencia de las formas más atenuadas de este trastorno, alcanzaría entre el 5 % de la población, un porcentaje similar al de Europa y los EEUU.
Con un inicio de acción promedio entre los 15 y 30 años de edad, la enfermedad afecta a una población socialmente activa y a potenciales trabajadores, en todos sus ámbitos de vida.
En cuanto a síntomas, el trastorno bipolar afecta por igual, en una relación de uno a uno a hombres y mujeres adultos. Entre las complicaciones vinculadas con este trastorno, tanto psíquicas como de impacto físico, se asocian estados de ansiedad y otros problemas médicos adversos como enfermedades cardiovasculares, obesidad, cáncer y tabaquismo. Sin embargo el riesgo más importante en los pacientes bipolares no diagnosticados o no tratados, es el suicidio.
A su vez, los trastornos bipolares afectan la vida laboral, amorosa, social y suelen vincularse con internaciones repetidas, abuso de alcohol y otras sustancias, tratamiento ambulatorios regulares, desempleo, etc.
En el tratamiento de la fase maníaca, el litio en su presentación de liberación controlada, es la droga indicada para estabilizar y mantener el estado del paciente. Estas sales de litio constituyen la terapia de referencia para el tratamiento a largo plazo del trastorno bipolar, con efecto también sobre todas las fases de la enfermedad, con especial indicación para la prevención de las recaídas para los tipos I y II de este trastorno.
El tratamiento prolongado con litio se aconseja después del segundo episodio, con presencia dentro de los cinco años posteriores al primero. Pero si el paciente es joven y presenta un primer episodio grave, se puede indicar desde un comienzo la terapia a largo plazo, sobretodo si hay riesgo de vida. Este tipo de terapia a largo plazo puede expresarse en mejoras sustanciales o ausencia completa de sintomatología por períodos de tiempo.