Como el corazón, los riñones o el cerebro, el pene es un "órgano blanco" del aparato cardiovascular, propenso a sufrir daños cuando el sistema circulatorio se ve afectado por factores de riesgo comunes, como diabetes, hipertensión arterial, obesidad, exceso de colesterol y de triglicéridos, o tabaquismo
La sexualidad es un terreno muy complejo donde se manifiestan conductas muy arraigadas, muchas de las cuales se basan en mitos.
Estos mitos se ponen en acción cuando el varón –como es muy frecuente en especial después de los 40 años– presenta dificultades para la erección.
Es ahí cuando comúnmente suele quedar atrapado en la pregunta acerca de "cuánto de orgánico y cuanto de psicológico" tiene su
problema, o bien piensa que éste puede solucionarse con una simple pastilla o alguna solución "mágica".
Lo cierto es que estas reacciones habituales pueden incrementar su frustración sexual (ya que ni la magia ni la teoría funcionan en
la cama) y agravar otro problema que al principio parece menos evidente, porque el pene no es un instrumento ni una herramienta,
sino un órgano del cuerpo del varón, y además, muy sensible: de hecho, la disfunción eréctil puede estar anunciando dificultades
cardiovasculares, y es un predictor de enfermedad, ya que a un 70% de los hombres que la padecen se les diagnostica una cardiopatía
coronaria al cabo de poco más de tres años (39 meses) y se considera que incrementa al doble el riesgo de padecer un infarto de miocardio.
"Así como el corazón mantiene su función gracias al suministro de sangre por parte de las arterias coronarias, el pene logra la erección cuando los cuerpos cavernosos se llenan de sangre por acción de una multitud de microarterias –explica el Dr. Fabián
Gómez, médico urólogo (M.P.11721 – Sta. Fe) y asesor científico del Boston Medical Group (BMG)–. Es un sistema muy delicado, con
lo cual se entiende que todo lo que afecte a las arterias, afecta a la función eréctil incluso antes que al resto de los órganos".
Pero la cantidad de cosas que se juegan en el momento de la relación sexual hacen que a veces esta simple cuestión médica se
entremezcle con una multitud de otros significados y emociones: "La función eréctil está muy vinculada al rol de género del varón,
y su carencia socava mucho la personalidad del hombre", explica el Sergio Pusarelli, médico urólogo (M.N. 72357) especialista de
Boston Medical Group, alianza internacional de centros de salud con más de 20 años de experiencia en el tratamiento de las
disfunciones sexuales masculinas.
"En la intimidad del acto sexual, el hombre expresa la atracción que siente por una mujer con una erección, y con eso, la mujer
recibe el feedback de que el varón se siente atraído por ella –explica el especialista–; luego, hay un rol activo del pene
durante el coito, y en ambos momentos, la erección es un elemento que ambos sienten que tiene que estar presente".
De ahí la carga emocional que la situación adquiere cuando ese elemento falta, y que hace que el tratamiento especializado
siempre deba atender a los factores orgánicos y psicológicos que están siempre entremezclados: "La gente tiende a separar lo
emocional de lo orgánico, y ante la disfunción piensa que, o tiene un problema psicológico, o tiene un problema orgánico; pero la
realidad es que ambos factores están siempre entrelazados", sostiene el Dr. Gómez. Lo importante es saber que la disfunción
eréctil no es en ningún caso un problema de la virilidad o de la masculinidad.
Un órgano particular y complejo
Al igual que el corazón, los riñones o el cerebro, el pene es un "órgano blanco" del aparato cardiovascular, es decir: es propenso
a sufrir daños cuando el sistema circulatorio se ve afectado por los factores de riesgo comunes, como lo son la diabetes, la
hipertensión arterial, la obesidad, el exceso de colesterol y de triglicéridos y el tabaquismo.
Asimismo, apunta el Dr. Gómez, "si uno tiene tapadas las arterias coronarias, es muy probable que tenga tapadas también las arteriolas del pene". El tratamiento, una vez hecho un cuidadoso diagnóstico, debe consistir por lo tanto en la reducción de los factores de riesgo sistémicos por un lado, y por el otro en la recuperación de la función eréctil mediante una terapia focalizada en el órgano blanco.
"Como sucede en cualquier otro órgano, los tejidos peneanos necesitan seguir manteniendo activa su función biológica porque,
si no, la van perdiendo", remarcó el Dr. Gómez. Y esta es, según destacan ambos especialistas, otra razón por la que no es bueno
demorar la consulta médica apenas aparece dificultad en la erección, ya que si la disfunción eréctil es sostenida en el
tiempo y no tiene tratamiento, la red arterial puede sufrir daños irreversibles por falta de irrigación, se produce muerte celular
por hipoxia en los tejidos, y puede ser más difícil recuperarla después.
"El daño en el tejido del pene puede ser reversible o irreversible, y por eso es tan importante la consulta temprana, cuando el problema es de reciente comienzo", señala el Dr. Gómez.
La erección no es un movimiento voluntario ni algo que tenga que suceder por obligación, sino una respuesta natural del cuerpo ante
ciertos estímulos placenteros, o bien una respuesta espontánea, como sucede en las llamadas erecciones fisiológicas, que cada
varón suele experimentar sin necesidad de estímulo alguno de 3 a 6 veces al día, especialmente por la mañana antes de despertarse.
"Cuando el varón no tiene erecciones fisiológicas debería consultar al médico", aclara el médico urólogo. El tratamiento comienza siempre con un detallado cuestionario donde el profesional deberá indagar sobre el origen de la
disfunción –ya que una causa emocional o psicológica pudo haber tenido repercusión en lo orgánico, o bien una dificultad orgánica
pudo haberse visto agravada por sus secuelas emocionales– y, tras el diagnóstico, continuará con una detallada explicación sobre los
pasos a seguir.
En las muchas mitologías que circulan sobre el sexo, el pene tiene una multitud de significados simbólicos que llevan a banalizarlo. Pero si se banaliza el problema, se banaliza también la solución.
Lo más difícil de la consulta sexológica, estima el Dr. Pusarelli, es romper los mitos y los sistemas de creencias: "Muchas veces hay
que trabajar con el paciente para que esas creencias sean modificadas, de manera que el problema pueda ser tratado por lo
que realmente es, y no por lo que la gente cree que es". En lo referido a la salud sexual, deshacerse de los mitos ya suele ser parte de la solución del problema.