Muchas enfermedades crónicas graves e irreversibles son silenciosas, es decir, no presentar síntomas importantes. Entre ellas está el Glaucoma. Por lo tanto, todos debemos realizar controles periódicos con nuestro médico oftalmólogo.
En este sentido, Aldo Da Prá, jefe del servicio de Oftalmología de la Clínica San Camilo, brinda asesoramiento para tratar la enfermedad:
¿Qué es el Glaucoma? Es un conjunto de condiciones, siendo la más significativa el aumento de la presión intraocular, que provocan un daño anatómico y funcional en el nervio óptico, encargado de llevar la información recogida por ambos ojos al cerebro, donde finalmente se forma la imagen. Un deterioro o degeneración del nervio óptico conduce a una pérdida progresiva de la visión periférica (campo visual) hasta la ceguera irreversible. Sin embargo, el diagnóstico y el tratamiento temprano evita la pérdida grave de la visión.
¿Cuáles son sus síntomas? Existen dos tipos de glaucoma de acuerdo al ángulo de drenaje del humor acuoso.
- Glaucoma de ángulo abierto: este no presenta síntomas en las primeras etapas. Posteriormente, a medida que avanza la enfermedad, aparecen zonas de pérdida de visión lateral o periférica. En su gran mayoría, las personas con este tipo de Glaucoma no notan ningún cambio en su visión hasta que el daño es grave o avanzado. De allí que al Glaucoma se le llama “el ladrón silencioso”. Su médico oftalmólogo tiene la manera de detectar a este “ladrón” desde el comienzo de la enfermedad.
- Glaucoma de ángulo cerrado: las personas con un ángulo de drenaje del humor acuoso cerrado, por lo general no presentan síntomas antes de una crisis. Inicialmente pueden manifestar visión borrosa, halos alrededor de las luces, cefaleas leves o dolor ocular. Una crisis de Glaucoma agudo incluye una serie de síntomas muy evidentes: disminución de la visión o visión borrosa, dolor intenso en el ojo y en la frente, náuseas o vómitos.
- Diversos estudios genéticos sobre el Glaucoma han demostrado que el 44 % son familiares o hereditarios y el 56 % son esporádicos. De allí que es muy importante informar a su médico oftalmólogo si tiene parientes que hayan padecido o están en tratamiento por glaucoma. Para prevenirlo, la clave es realizarse exámenes oftalmológicos en forma periódica para detectar el glaucoma tempranamente y realizar un tratamiento eficaz.
- ¿Cuál es su tratamiento? Actualmente se puede tratar el Glaucoma con un excelente pronóstico. Generalmente de comienzo se indican gotas oculares para disminuir la presión intraocular. También se dispone de tratamientos con rayos láser:
▪ Trabeculoplastia: es un tratamiento ambulatorio que consiste en aplicar un rayo láser en el ángulo para que el fluido drene mejor bajando la presión intraocular.
▪ Iridotomía: para personas con glaucoma de ángulo cerrado. Se abre con láser un pequeño orificio en el iris. Esto permite, también, un mejor drenaje del humor acuoso.
▪ Cirugía en quirófano: trabeculectomía, procedimiento que consiste en abrir una vía de drenaje para facilitar la baja de presión ocular. En alguna situación especial su médico oftalmólogo podrá además implantarse un pequeño dispositivo (válvula) de drenaje en su ojo.
A partir de los 40 años aumenta las posibilidades de aparición del glaucoma. De todas maneras, existen algunas causas predisponentes a tener en cuenta como los familiares con glaucoma, presión ocular en el límite o alta, hipermetropía o miopía, antecedentes de traumatismo ocular, diabetes, migraña y aquellos medicados con esteroides o psicotrópicos. Por lo tanto, debe informar a su médico oftalmólogo cualquiera de estos antecedentes.
Además, es importante que la medición de la corrección de anteojos o lentes de contacto debe ser realizada por el médico oftalmólogo, de tal manera que le permita examinar otras variables del sistema visual como la presión ocular. De esa forma podrá detectar y tratar tempranamente el Glaucoma.