Sólo una de cada 12 personas que la padecen consultan al especialista. Debido a la incomodidad y vergüenza que provoca, las mujeres demoran un promedio de 6 años y medio y los varones de 4 años en consultar.
Pocas condiciones llegan a afectar tanto la calidad de vida de una persona, como la incontinencia, que pueden presentarse en forma separada (fecal o urinaria) pero también en algunos casos de manera conjunta y en ambos sexos.
Por ello, del martes 17 al viernes 20 de octubre en el Hospital de Clínicas funcionará un espacio de consultas gratuitas con especialistas de la División Urología. Será de 8 a 12 horas en el hall de entrada por calle Paraguay (Paraguay 2250 CABA).
Además, se realizarán charlas abiertas a la comunidad para brindar soluciones a esta problemática muy común en la sociedad que puede mejorarse notablemente.
Considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como parte del “síndrome geriátrico”, solo en EE.UU. la incontinencia afecta a la mitad de los mayores de 65 años, que a mediados del siglo prácticamente se duplicará el porcentaje de personas mayores de 60 años, del 12% actual al 22 por ciento.
Los pacientes que sufren incontinencia tienen dificultad para realizar actividades diarias simples: trabajar, salir a hacer las compras, viajar en auto o ir al cine por temor a sufrir vergonzosos episodios de incontinencia. Además, tienen un riesgo dos a tres veces mayor de tener interrupciones del sueño, comer en exceso, baja autoestima y depresión.
Si bien estos trastornos se asocian con la edad, también se pueden presentar en personas más jóvenes: una de cada cuatro mujeres de más de 18 años experimenta pérdidas involuntarias de orina al reír, bailar, levantar peso, etc. (incontinencia de esfuerzo). Después de los 60, más del 55% de las mujeres sufre algún grado o tipo de incontinencia urinaria. Ciertas enfermedades de origen neurológico (Parkinson, esclerosis múltiple, accidente cerebrovascular) también pueden causar el problema.
La clave es la consulta a tiempo con el profesional médico. Los cambios de estilo de vida, dieta, ejercicios suelen ser eficaces para el control y en casos más severos existen diversos tratamientos kinesiológicos, farmacológicos y quirúrgicos que permiten a los pacientes recuperar la calidad de vida.