El cáncer de mama es el principal aspecto que se aborda al momento de hablar de salud mamaria. No faltan razones para poner en primer plano esta enfermedad, ya que es el tipo de cáncer más frecuente en la mujer y cada año se detectan aproximadamente 19 mil nuevos casos, lo que significa que una de cada ocho lo tuvo, lo tiene o lo tendrá.
El cáncer de mama es el principal aspecto que se aborda al momento de hablar de salud mamaria. No faltan razones para poner en primer plano esta enfermedad, ya que es el tipo de cáncer más frecuente en la mujer y cada año se detectan aproximadamente 19 mil nuevos casos, lo que significa que una de cada ocho lo tuvo, lo tiene o lo tendrá.
Pero, además de esta patología maligna, existen distintas afecciones que si bien son benignas y bastante más frecuentes, requieren ser tenidas en cuenta. Los especialistas de la Sociedad Argentina de Mastología, destacan la importancia de que las mujeres estén atentas a los cambios en sus mamas para poder detectar cualquier señal de alerta.
“Las mujeres se acercan al mastólogo cuando notan algún cambio en las mamas. Es habitual que muchas consulten por ejemplo cuando sienten dolor, y si bien son pocas las veces en que los síntomas que la llevan a la consulta, están directamente relacionado con el cáncer de mama (esta enfermedad es asintomática en la mayoría de los casos), deben ser tenidos en cuenta y estudiados. Esto permite además, que las pacientes se acerquen al especialista y comiencen sus controles periódicos”, comenta el vicepresidente de la Sociedad Argentina de Mastología, doctor Eduardo González, y continúa: “En general, se trata de cambios fisiológicos (normales) que ocurren en la mama de la mujer entre la primera menstruación y la menopausia.”
Sentir dolor o molestias en las mamas, notar pequeñas nodularidades, aumento de tamaño, sensación de bulto en algún sector, e incluso secreción por el pezón, son síntomas que pueden aparecer con cierta frecuencia en mujeres de entre los 20 y 30 años, y deben ser estudiados por un mastólogo.
“Luego de un correcto examen, el especialista podrá aclarar el origen de estos síntomas e indicar el tratamiento más conveniente. Siempre que no haya razones para sospechar que se esté en presencia de una enfermedad maligna, éstos responden habitualmente a la denominada displasia mamaria, que antes que una enfermedad es una condición de la mama que ocurre en la mujer fértil, y que se debe a un disbalance hormonal. La displasia se manifiesta con aumento de tamaño de las mamas, nodularidades y dolor, generalmente en la segunda mitad del ciclo, y el tratamiento suele consistir en analgésicos (antiprostanglandinicos) que ayudan a calmar las molestias”, desarrolla el mastólogo Luciano Cassab.
Entre otras afecciones benignas de la mama, la especialista Verónica Sanchotena menciona que “los quistes mamarios son uno de los motivos de consulta más frecuentes. La detección de un quiste puede hacerla la propia paciente durante el autoexamen mamario o el especialista en la consulta, pero también pueden ser encontrados en los estudios de imágenes de mama (mamografía y ecografía), que permiten detectarlos cuando no son palpables, y evidenciar la característica líquida de su interior".
"Esto último es lo que los diferencia de los nódulos que son formaciones sólidas o compactas constituidas por células mamarias, mientras que los quistes son formaciones benignas producto de la acumulación de la secreción de la glándula mamaria en sus distintas estructuras.” Los quistes pueden presentarse a partir de la adolescencia en cualquier momento, pero el especialista destaca dos picos o momentos más típicos para su presentación: uno es entre los 14 y 25 años, cuando la mama se encuentra en pleno desarrollo y actividad hormonal; el otro, entre los 40 y los 55 años, cuando el tejido glandular comienza a involucionar.
El tratamiento de este tipo de afecciones varía según el caso: “Ante la presencia de un quiste simple, la conducta es expectante, manteniendo la periodicidad de los controles que indique el especialista. En el caso en que estos quistes simples sean sintomáticos (dolor) ya sea por su tamaño o por la localización, se procede a evacuarlos por punción con aguja fina en consultorio; un procedimiento de baja complejidad y que no requiere anestesia local”, explica Sanchotena y agrega: “En ocasiones, los quistes pueden complicarse con algún proceso inflamatorio-infeccioso y así, aumentar el dolor, la temperatura local, presentar coloración rojiza en la piel de la zona donde se encuentra y hasta dar fiebre, requiriendo entonces tratamiento antibiótico y hasta, algunas veces, drenaje quirúrgico.”
Más allá de estas afecciones mamarias, González reconoce que “el nódulo palpable es el principal motivo de consulta; pero si podemos tocarlo, entonces tiene más de 1 cm y no fue detectado de manera precoz. Habitualmente pasan años desde que se produce el cambio en una célula que origina el cáncer hasta que el nódulo puede palparse, y sólo podemos detectarlo tempranamente –cuando las posibilidades de curación son mayores y contamos con alternativas de tratamiento menos invasivas – con la realización periódica de mamografías.”
Para poder detectar cualquier cambio en las mamas, por más mínimo que sea, (quistes, calcificaciones, nódulos, entre otros) la paciente debe realizar sus controles de manera periódica: “La ecografía es el estudio mamario más importante que se realiza en la mujer joven. A partir de los 40 años se agregará la mamografía anual. En ciertos casos - por ejemplo, ante la presencia de una mama con una densidad marcada - se mantendrá la ecografía como estudio complementario”, concluye Cassab.