El control de la presión arterial no sólo permite prevenir infartos y ACV sino también el paulatino deterioro cognitivo que lleva a la demencia en el adulto mayor. El médico clínico puede colaborar en la neuroprotección del paciente mediante pruebas muy sencillas que realizadas precozmente pueden facilitarle una vejez saludable.
La posibilidad de envejecer con salud y lucidez es posiblemente el bien más universalmente anhelado, aunque es común que las personas más jóvenes –de mediana edad– ni siquiera se pongan a pensarlo. No obstante, así como se sabe que una persona que sufre un infarto o un ACV cerca de los 60 años es seguro que venía arrastrando un daño desde mucho antes –a causa de factores de riesgo como la hipertensión arterial, glucosa o colesterol elevados, sedentarismo, obesidad o tabaquismo–, con las capacidades cognitivas pasa lo mismo.
Es que además de ser potencialmente letales, estos factores de riesgo pueden ir minando silenciosamente las arterias del cerebro en una persona de 30 o 40 años, generando pequeños daños en principio imperceptibles, pero cuya acumulación basta para que por sí solos generen a edad más avanzada, por ejemplo, una demencia.
Lo importante es que por esta razón, incluso a edades tempranas, se puede prevenir el deterioro cognitivo y sumar calidad de vida al envejecimiento futuro, mediante medidas relativamente sencillas que cualquier médico de atención primaria puede aplicar en su consultorio.
“El cerebro es uno de los grandes blancos de la hipertensión arterial –explica el Dr. Fernando Filippini, MP 5737. Prov. Santa Fe, presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA). Es cierto que el peligro más conocido y temido es el ACV, que en un 85% de los casos se debe a la obstrucción de una arteria en el cerebro y en el resto, a una hemorragia. Y un ACV puede ser fatal o causar discapacidades severas de todo tipo. Pero también es cierto que la hipertensión no controlada va produciendo diversas lesiones menores progresivas en arterias cerebrales de pequeño y mediano calibre que dan lugar, entre otras ,a los llamados infartos lacunares, que afectan progresivamente diversas capacidades cognitivas”.
“Hasta hace poco se pensaba que para poder evaluar el cerebro era necesario utilizar resonancia magnética o alguna otra tecnología muy cara y compleja, pero hay pruebas muy sencillas mediante preguntas, encuestas o ejercicios, parecidos a los que se hacen en las pruebas de manejo, con los que se puede evaluar la visoconstrucción, que es la capacidad del cerebro de coordinar las órdenes, y otras capacidades cognitivas”, sostuvo el Dr. Pedro Forcada (M.N. 65979), médico cardiólogo, miembro de la SAHA y especialista en mecánica vascular.
El Dr. Forcada presidirá el simposio sobre Neuroprotección que se realizará en el marco del XXIV Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, organizado por la SAHA, que se realizará entre el 20 y el 22 de abril próximos en Mendoza. Participará como invitado internacional este simposio el Dr. Pedro Cunha, quien contará la experiencia de cómo se redujo la tasa de enfermedades cerebrovasculares en Portugal, que hasta hace unos años era la más alta de Europa.
“La neuroprotección es una realidad –asegura el Dr. Forcada–. En las últimas dos décadas se ha prolongado la expectativa de vida de la población prácticamente en unos 20 años, pero el desafío verdadero es que eso vaya de la mano de una mejora en la calidad de vida. Un paciente que comienza su deterioro cognitivo a los 60 probablemente tenga una declinación muy rápida, cuando está demostrado que si intervenimos más temprano podemos postergar 10 años ese deterioro”.
La clave de un envejecimiento lúcido
Un estudio médico presentado internacionalmente el año pasado, que contó con datos de 18 centros de todo el país, reveló que el 35% de los pacientes hipertensos tiene algún tipo de deterioro cognitivo, lo cual es una verdadera señal de alarma si se tiene en cuenta que una de cada tres personas adultas es hipertensa (y cerca de la mitad no lo sabe). Este estudio fue coordinado por el Dr. Augusto Vicario (M.N. 57075), para quien “el cerebro es muchas veces un órgano ‘olvidado’ por los médicos que se encargan de la hipertensión arterial, por eso debemos contribuir a ponerlo en valor”.
“Está demostrado que la hipertensión arterial no tratada en la etapa media de la vida es causa de deterioro cognitivo en la edad tardía, pero ese daño progresivo está totalmente subdiagnosticado”, asegura el Dr. Vicario, quien explica que la neuroprotección implica el control y tratamiento precoz de los factores de riesgo,, por un lado, “y por otro, así como el médico desde su primer contacto con el paciente evalúa si los riñones o el corazón están dañados, hacer lo mismo con el cerebro, tratando de estratificar qué riesgo tiene el paciente”.
El Dr. Gustavo Cerezo (M.N. 66559) explicó por su parte que este mencionado examen de screening de capacidades cognitivas –denominado Mínimo Examen Cognitivo, o MEC– consiste en una serie de 5 pruebas que el paciente puede efectuar en el consultorio médico en unos 30 minutos. “No es una prueba con valor diagnóstico –aclara– sino un tamizaje de baja complejidad que le permite saber al cardiólogo o al médico clínico si el paciente necesita otro tipo de estudios de mayor complejidad”.
El MEC, basado en cuestionario y pruebas que se resuelven con papel y lápiz, permite evaluar la memoria, las funciones ejecutivas, el lenguaje, la atención o la orientación, y cualquier médico, sin ser neurólogo ni psiquiatra, puede –tras una capacitación de una jornada que brinda la Red Federal Corazón-Cerebro– (www.corazoncerebro.com.ar) aplicarlo a sus pacientes.
Este tipo de herramientas pueden tener un enorme impacto en el envejecimiento saludable de la población. Según el Dr. Cerezo, “se considera que un 20 por ciento de los casos de demencia son de origen puramente vascular, pero actualmente se piensa que también entre un 70 y un 80 por ciento de los casos de Alzheimer, que es la otra gran causa de demencias en la edad adulta, hay implicado un daño vascular; y esto abarca a la población de pacientes que habitualmente atendemos quienes tratamos la hipertensión”.
Las principales medidas preventivas para cuidar la salud cognitiva “son las mismas que se utilizan para prevenir los factores de riesgo cardiovascular: controlar la presión arterial, bajar los niveles de colesterol y de glucemia si están elevados”, observa el Dr. Forcada.
Para eso, las medidas relacionadas con los cambios en el estilo de vida constituyen una verdadera terapia sin efectos adversos: mantener una dieta baja en grasas y con mayor proporción de frutas y verduras, bajar de peso si este está elevado, realizar actividad física –una caminata diaria de 30 a 45 minutos, por ejemplo–, disminuir el consumo de sal y no fumar, puede ser tan importantes como seguir el tratamiento farmacológico que el médico indique, para poder disfrutar al máximo de todos los años de vida.