El número de jóvenes con problemas de violencia (varones, principalmente), bulimia y anorexia (en las chicas), tanto en la Argentina como en el resto del mundo es cada vez más alto. Por lo tanto, Edith Szlazer, directora médica de BACE, un centro especializado en trastornos de la alimentación, atribuye esta situación a que “el lenguaje de los adolescentes es el cuerpo y por eso se agreden a través de él”.
“En el siglo XXI, los adolescentes disminuyeron notablemente el uso de la palabra como tradicionalmente se la conoce y pasaron a comunicarse a través de otros medios, especialmente de su cuerpo. Y por eso los trastornos más frecuentes de los adolescentes de hoy son justamente corporales, ya que es una forma de agredirse a sí mismos y a los demás”, enfatizó Szalzer.
La especialista remarcó que “la mezcla de una sociedad muy hostil junto con la presión que ejercen los pares para alcanzar el éxito lleva a una baja autoestima que luego se traduce en trastornos alimenticios en las mujeres como bulimia y anorexia y en el hombre en la agresión hacia el cuerpo del otro a través de peleas callejeras”.
También la popularidad que obtuvieron en el último tiempo algunas profesiones hace que los problemas alimenticios crezcan proporcionalmente. Se trata de aquellas profesiones que exigen cuerpos esbeltos y atractivos como el modelaje o la actuación. También el furor por algunos deportes como fútbol o tenis hace que los jóvenes se vean obligados a hacer un trabajo minucioso sobre sus cuerpos.
“La detección precoz de un trastorno alimentario es de fundamental importancia ya que el inicio del tratamiento en estados tempranos de la enfermedad aumenta las posibilidades de curación”, explicó Szalzer, al tiempo que agregó que “el índice de recuperación es igualmente proporcional al rápido abordaje terapéutico. Por eso, es necesario que los padres lleven al adolescente a una consulta diagnóstica en cuanto descubran actitudes o comportamientos extraños en sus hijos”.