Por lo general, solemos buscar algo para beber recién cuando sentimos sed. Pero desde la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND) advierten que esa práctica es un error, sobre todo en momentos de intenso calor.
“La sed es un mecanismo tardío del organismo para recuperar el balance de líquido que ha ido perdiendo, normalmente, a través de la orina o la transpiración. En verano, esperar a sentir la necesidad para recién tomar algo puede llevar a la deshidratación y convertirse en un problema para la salud”, explica la Licenciada en Nutrición Florencia Cardone (MN6650), miembro de la comisión directiva AADYND.
En este sentido, la especialista enfatiza en la necesidad de “beber antes de tener sed” y proporciona algunas recomendaciones básicas para evitar la deshidratación:
Facilitarle a los niños la adopción de una rutina de ingesta de líquido, igual que se debe realizar con la comida. Se aprende a beber de la misma manera que aprendemos a comer.
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, tomar un vaso de agua cada dos horas, para garantizar cumplir con la recomendación diaria.
Una forma sencilla de detectar carencias en la ingesta de agua es a través de la orina: si está clara es sinónimo de buena hidratación; si está oscura es señal de que se debe tomar más líquido.
- No esperar a tener sed para hidratarse.
- Servir agua para acompañar todas las comidas.
- Ofrecer a los chicos agua en lugar de bebidas azucaradas.
- Tomar agua antes, durante y después de la actividad física.
“Las nuevas Guías Alimentarias para la Población Argentina recomiendan que del total de líquidos ingeridos por día, 8 vasos -2 litros- correspondan a agua segura. Estos requerimientos se incrementan cuando las temperaturas son altas y durante la actividad física, ya que se pierde más líquido por la sudoración”, explica Cardone, quien informa que la deshidratación provoca una disminución del rendimiento deportivo y un mayor riesgo de golpe de calor por esfuerzo (calambres por calor, desvanecimiento, agotamiento, insolación grave). En cambio, estar bien hidratado favorece un óptimo rendimiento mental y físico.
Aunque no existe una definición absoluta, solemos referirnos a la deshidratación como una disminución del contenido total de agua en el cuerpo debido a una pérdida excesiva de fluídos; a una disminución de la ingestión de líquidos; o a la combinación de ambas cosas. Una deshidratación de tan sólo el 2% del peso corporal, reduce las tareas relacionadas con la atención, la memoria, el estado de ánimo y el rendimiento aeróbico durante el ejercicio físico.
Según la Licenciada, en términos de calidad, no todas las bebidas hidratan por igual y menciona al agua como la bebida más saludable.
“Elegir agua pura permite incorporar una bebida que no agrega extras en su consumo, brinda sensación de saciedad sin incorporar calorías. Por esto, es fundamental que la misma esté al alcance de toda la población”, dice Cardone.