Si bien la Argentina produce materia prima para alimentar a 400 millones de personas, por un lado existe gente con déficit de nutrientes y, por otro lado, gente con sobrepeso, en lo que ya es una epidemia de obesidad.
Una alimentación saludable se puede definir como aquella que aporta todos los nutrientes y la energía que cada persona necesita para mantenerse sana. Si bien la Argentina produce materia prima para alimentar a 400 millones de personas, por un lado se evidencia gente con déficit de nutrientes –la llamada hambre oculta, porque no se percibe a simple vista, pero se caracteriza por una carencia de vitaminas y minerales que produce, por ejemplo, osteopenias, anemia, fatiga, trastornos cognitivos - y, por otro lado, gente con sobrepeso, en lo que ya es una epidemia imparable de obesidad. Estos dos fenómenos paralelos representan una doble carga sanitaria.
La especialista en nutrición Mónica Katz destacó que "la alimentación de los argentinos es poco variada y esto implica, entre muchas otras cosas, que no recibimos todos los nutrientes que necesitamos".
"De hecho, según el score de variedad dietaria, nuestra dieta es “pobre”, dado que ingerimos menos de 20 alimentos diferentes por semana (de 20 a 24 diferentes semanales se considera “regular”; 25 a 29, “bueno” y más de 30, “muy bueno”)", señaló Katz.
Según las nuevas Guías Alimentarias para la Población Argentina, comer saludable implica distribuir los alimentos en 4 comidas principales; moderar el tamaño de las porciones; consumir por día 2 frutas y 3 raciones de verduras y 3 porciones de leche, yogur y queso, entre otras recomendaciones. Si bien en los últimos años han existido enormes avances en términos de desnutrición, el nuevo reto –imprescindible- es mejorar la calidad nutricional de nuestra dieta.
Qué ocurre hoy con cada grupo de alimentos:
- Vegetales (hortalizas y frutas): mientras que la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 5 porciones al día, o un mínimo de 400 gramos diarios de frutas y verduras (excluidas las papas y otros tubérculos), en nuestro país apenas el 17% de la población consume todos los días frutas y el 25%, verduras.
- Lácteos: se recomiendan al menos tres porciones al día. Pero 2 de cada 3 adultos; el 87% de los adolescentes; y el 72 % de los niños de 5 a 12, años no lo cumplen.
- Carnes: se sabe que una ingesta equivalente al 12% de la energía total satisface la necesidad de proteína, hierro y vitaminas del grupo B. Los argentinos tenemos un consumo superior al recomendado y, por lo general, elegimos cortes con mayor contenido de grasas saturadas. Casi el 60% de la carne que comemos es vacuna y el 30% de pollo (muy poco cerdo y pescado).
- Hidratos de carbono: existe un exceso de aquellos altos en grasas y/o azúcar, como galletitas, pan, facturas, bollería, snacks, etc. Por ejemplo, se ingiere un 75% más de la cantidad de pan recomendada. Por otra parte, hay un déficit de consumo de pasta seca de trigo candeal y también de legumbres. Mientras se recomienda medioplato --80 gramos-- de legumbres por semana, apenas se consumen 300 gramos alaño por habitante.
- Grasas: la OMS recomienda consumir entre un 20% y un 35% del total de calorías diarias como grasa. De ellas, entre el 6% y 11% deben ser poliinsaturadas –omega 6 y omega 3--; entre el 15% y el 20%, monoinsaturadas (oliva); y menos del 10% saturadas (animales). Los argentinos consumimos en exceso estas últimas (fiambres, embutidos y frituras), que son las menos recomendadas.
"En síntesis, como pueden ver, nuestra alimentación es poco variada, escasa en frutas y verduras, lácteos, pescados y legumbres. Y esto, sin duda, resta nutrientes esenciales a nuestra alimentación. Lo que complica aún más esta situación es que, simultáneamente, existe un exceso de consumo de alimentos que suman grasas de mala calidad, sodio en exceso y azúcares agregados", indicó la nutricionista.
En ese sentido, la experta destacó que "la malnutrición, en cualquiera de sus formas, presenta riesgos para la salud humana", por lo que "siempre es aconsejable saber más acerca de la alimentación, asesorarse con profesionales de la salud y de la nutrición y acercarse a la verdad científica para alejarse de extrañas demonizaciones que pueden llevar a comer de manera poco saludable".
"Porque como siempre digo: “Somos lo que comemos, pero también lo que pensamos…”", concluyó.