Una alimentación que limite el consumo de productos procesados (comida chatarra, snacks, golosinas, galletitas, gaseosas) y la actividad física regular contribuirán desde la niñez a eludir enfermedades renales en la edad adulta.
El próximo 10 de marzo se celebra el Día Mundial del Riñón bajo la consigna “Los niños y la enfermedad renal: Actuar temprano para prevenirla”. Por tal motivo, la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN) alerta sobre la importancia de conocer los peligros de las afecciones renales en este grupo etario, para lo cual desarrolla una campaña de educación y concientización con actividades en varios hospitales de todo el país y la presentación de un juego didáctico destinado a niños para enseñar sobre hábitos saludables.
Las enfermedades renales afectan a millones de niños y adultos en todo el mundo, por lo cual es crucial fomentar la educación, la detección temprana y un estilo de vida saludable en los niños, desde el nacimiento.
Los padres deben conocer las posibles señales de afección renal como espuma o cambio de color en la orina, aumento o disminución muy evidente en la cantidad de orina, retardo en el crecimiento, para favorecer un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado.
Las enfermedades renales pueden aparecer en forma brusca o más lentamente en forma crónica. Muchas son reversibles y se producen por deshidratación o infecciones. Las enfermedades crónicas pueden detectarse en los controles de rutina o por la aparición de los síntomas antes mencionados.
El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es la causa más frecuente de enfermedad renal aguda y la segunda causa de enfermedad crónica en Argentina, llevando a veces a necesidad de diálisis y trasplante en niños y adolescentes. Esta enfermedad es producida por una bacteria llamada Escherichia Coli, que se transmite por alimentos contaminados. La higiene personal y la correcta elaboración de los alimentos son las claves para evitarlo (ver recuadro).
Respecto de las causas, la Enfermedad Renal Crónica en los niños puede ser causada por defectos de nacimiento (niños que nacen con un solo riñón o con riñones con estructuras anormales), enfermedades hereditarias (como la enfermedad poliquística del riñón), infecciones urinarias crónicas o recurrentes en general asociadas a obstrucción o reflujo de la orina (por problemas de las vías urinarias y la vejiga) y las inflamaciones renales (glomérulonefritis) son también causa de enfermedad renal crónica.
Más allá de estas enfermedades renales es importante tener en cuenta que promover un estilo de vida saludable desde la primera infancia es fundamental para evitar afecciones renales en la edad adulta. Una alimentación que limite que limite las comidas procesadas con alto contenido de sal (comida chatarra, productos de copetín), las gaseosas y jugos con azúcar, las golosinas, galletitas y dulces para evitar el sobrepeso y la obesidad, y favorecer la realización de actividad física para salir del sedentarismo contribuirán desde la niñez a convertirse en un adulto sano.
Aprender a cuidar los riñones jugando
Los niños, juntos con sus padres, podrán aprender las reglas de oro para mantener los riñones sanos mediante un juego de mesa que la Sociedad Argentina de Nefrología distribuirá entre los niños. Estas reglas son: mantenerse en forma y activos para reducir la presión arterial, mantener el control de su nivel de azúcar en la sangre, comer saludable y mantener su peso bajo control.
Consejos y señales para que los padres estén alertas ante Enfermedades Renales:
Realizar controles prenatales
Seguimiento y controles programados con pediatras
Detectar disminución del crecimiento
Observar alteración del color o presencia de espuma en la orina.
Disminución o aumento marcado de la cantidad de orina.
Antecedentes de enfermedad familiar renal.
Infecciones urinarias frecuentes.
Recomendaciones para prevenir el Síndrome Urémico Hemolítico:
· Asegurar buena cocción de carnes rojas y vegetales bien lavados. Preferir vegetales cocidos
· Evitar contaminación cruzada en la elaboración de comidas. Para eso, mantener mesadas y utensilios limpios. Usar tablas de picar distintas: una para los alimentos crudos y otra para alimentos listos para consumir. Siempre conservar la cadena de frio en productos lácteos y frescos.