(*)Asesoró: Dr. Alejandro Giacchino, médico neurólogo, especialista en neurología vascular del Instituto de Neurología y Neurocirugia, Sanatorio de los Arcos.
El Accidente Cerebrovascular (ACV) representa la primera causa de discapacidad y la tercera de mortalidad en los adultos.
El ACV ocurre cuando se rompe u ocluye una arteria que abastece de sangre al cerebro. Esto provoca una interrupción en la llegada de sangre que nutre al cerebro, privándolo de oxígeno y nutrientes, y en cuestión de minutos sus células comienzan a morir. Por lo tanto es fundamental el tratamiento precoz para minimizar el daño cerebral y las probables complicaciones subsiguientes.
Existen dos causas de ACV, el hemorrágico y el isquémico. El hemorrágico ocurre cuando se rompe una arteria dentro del cerebro y sus causas más frecuentes son la hipertensión arterial, la ruptura de aneurismas saculares y de las malformaciones arteriovenosas. Por su parte, el ACV isquémico es la causa más frecuente de ACV, comprendiendo al 80% de los casos, y se produce por la oclusión o taponamiento de una arteria que impide la correcta llegada de sangre al cerebro. Alrededor del infarto consolidado (zona de neuronas muertas por la falta de irrigación), permanece un área que puede ser restituida con un tratamiento adecuado y rápido.
Una vez iniciados los síntomas del ACV isquémico, existe una ventana de oportunidad terapéutica que comprende las 3 primeras horas desde el comienzo de los síntomas, aunque en algunos casos la ventana se extiende a 4-6 horas. Por lo tanto, la consulta a tiempo es fundamental.
Si el paciente consulta a una guardia dentro de este periodo de tiempo y no presentara contraindicaciones, podría ser tratado con una potente medicación utilizada para disolver coágulos, llamada trombolítico (rTPA). En el paciente apropiado, este tratamiento puede salvar una parte crítica del cerebro ya que actúa restituyendo el flujo sanguíneo en las zonas que contienen neuronas aún factibles de ser recuperadas. Este tratamiento permite disminuir la probabilidad de discapacidad con alto grado de dependencia.
Es muy importante remarcar la relevancia de la consulta de manera precoz y oportuna en el momento de detectar los síntomas que pueden corresponder a tal emergencia médica.
¿Cuáles son los principales síntomas?
El ACV puede manifestarse de diferentes maneras y los síntomas más frecuentes incluyen dificultad para hablar, parálisis o adormecimiento de la cara, brazo y/o pierna; perdida súbita de la visión o visión borrosa; cefalea intensa y no habitual; trastorno del equilibrio y vértigo; entre otros.
Factores de riesgo
Existen diversos factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir un ACV, la mayoría pueden ser tratados y de esa manera disminuir la posibilidad de padecer un ACV. Los más importantes son la hipertensión arterial, la obesidad, el tabaquismo, el colesterol elevado y la diabetes.
¿Cómo puede prevenirse?
Las principales recomendaciones a tener en cuenta:
Controlar adecuadamente la hipertensión arterial.
Mantener el colesterol en niveles apropiados.
Tratar adecuadamente la diabetes y/o el síndrome metabólico.
Evitar el consumo de tabaco.
Realizar una actividad física regular y moderada.
Dieta equilibrada.