Luego de que la Organización Mundial de la Salud alertó sobre el riesgo de ser más propenso a contraer ciertos tipos de cáncer por consumir carnes rojas, oncólogos salieron a pedir no alarmar a la población
En estos días mucho se ha hablado del tema y mientras analizamos todo los informes nos preguntamos ¿Y ahora qué?. Nunca más un bife, adiós a la picada entre amigos, sobre todo los argentinos que nos vanagloriamos de nuestras carnes y tenemos un gran consumos anual.
Días atrás, la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue determinante y estos son los alimentos que entran dentro de la condena:
Carnes rojas: se refiere a todos los tipos de carnes de músculo de mamíferos tales como carnes de res, ternera, cerdo, cordero, carnero, caballo y cabra.
Carnes procesadas: se refiere a carnes que han sido transformadas a través de salazón, curación, fermentación, ahumado u otros procesos para potenciar el sabor o mejorar la conservación. La mayor parte de las carnes procesadas contienen cerdo o ternera, pero también pueden contener otras carnes rojas de aves, vísceras o subproductos cárnicos como sangre.
No obstante, el médico especialista en Oncología, Alejandro Turek, cuestionó el informe de la OMS que sostiene que el consumo de carnes rojas y procesadas es cancerígeno: “La OMS debe aclarar con detalle sus fuentes y valorar la forma de comunicar las conclusiones de sus estudios para no alarmar a la población”.
Aclaró que “la relación del alto consumo de carnes rojas y las neoplasias digestivas no es nuevo. Esto ya se conoce. De ahí la sugerencia a una dieta integral balanceada que incluya todo tipo de alimentos y no solamente carnes rojas”.
“Es difícil relacionar los consumos de ciertos alimentos con riesgo s de cáncer linealmente. En todo caso podemos hablar de una tendencia, y relacionarla con otros factores intervinientes en la génesis del cáncer, como los antecedentes personales y familiares, estilo de vida y hábitos de consumo, de otros elementos en todo caso co-carcinógenos crónicos. Una dieta completa y balanceada ayuda a mitigar estos riesgos potenciales”, explicó.
Para el especialista, “es importante disminuir el consumo de ciertos alimentos, evaluar sus formas y métodos de elaboración (salado, ahumado, fermentado, cocción) para hacerlos seguros, y contrarrestar su consumo con verduras, legumbres, fibras, que reducen el tiempo de contacto con el tubo digestivo de ciertos elementos nocivos”.
“La cocción, su alta temperatura, el tipo plancha o sartén metálica, fuego directo, parrilla, aceites de baja calidad para la fritura, se relacionan con la producción de aminas e hidrocarburos, que resultan carcinógenos. Su riesgo es el consumo constante, crónico, en presencia de otros factores de riesgo”, finalizó.