Miles de deportistas deciden retirarse de la actividad por lesiones o dolores crónicos. Otros, los sufren al poco tiempo de abandonar la actividad y reviven viejas lesiones. ¿Por qué personas que se supone están mucho más preparadas que el resto, parecen tener cuerpos o huesos “más frágiles” o susceptibles?
Desde el punto de vista antropológico y fisiológico, el cuerpo humano esta diseñado para tres funciones: nutrición, reproducción y movimiento. Respecto de este último, la Organización Mundial de la Salud, en un documento del año 2002*, informaba que el 60 % del total de las defunciones y el 47% de la carga de las patologías a nivel mundial se atribuyen a enfermedades crónicas condicionadas por la inactividad.
Además, es sabido que practicar ejercicio físico con regularidad- en especial el caminar a paso vivo- mejora los índices de salud para enfermedades como cáncer de útero, mama, cólon, hígado, páncreas, estómago, aún cuando ya están establecidos, lo mismo que para diabetes, osteoporosis, hipertensión arterial, dislipemias, y además previene y alivia la ansiedad, los síntomas depresivos, e incluso la enfermedad de Alzheimer.
Estos beneficios, a los que hasta ahora no se les había encontrado explicación, pueden ser enfocados desde la óptica de la Biofísica, como el mantenimiento de la calidad del coloide - estructura de la materia común a todos los seres vivos- al ser protegidas las cargas electromagnéticas y la forma tridimensional de las biomoléculas dentro de las células de los tejidos. (Medicina Biomolecular. Zabala Begnis, E. 2010).
Cuando pasan los 30 minutos de la caminata o del ejercicio aeróbico, a este mecanismo de protección se le suma la producción de hormonas que estimulan todos los metabolismos y los mecanismos de reparación de los tejidos, es decir, es el tratamiento hormonal más económico.
Entonces: si el ejercicio es salud, ¿por qué enferman los deportistas?
El aumento de la ventilación al realizar la práctica de un deporte o la preparación para la alta competición, provoca la utilización de mayor cantidad de oxígeno, del cual un 5% se transforma en moléculas oxidantes que pueden provocar alteraciones en los elementos celulares de los tejidos, por lesión de membranas y del material genético. En las mitocondrias, que son las pequeñas “usinas” que generan energía dentro de las células, se produce el 92 % de las moléculas oxidantes que provoca este metabolismo aumentado, y si la persona no dispone de un eficiente mecanismo de defensa antioxidante que la proteja, son las estructuras que pueden resultar más lesionadas.
La consecuencia más importante de esto es que faltará la energía necesaria para producir el trabajo mecánico muscular para realizar el ejercicio; reparar biomoléculas lesionadas; producir nuevas moléculas; metabolizar desechos y eliminarlos; y muchas otras actividades que necesitan de la energía química almacenada.
El deportista cuyos sistemas antioxidantes no alcanzan para cubrir la demanda que origina el exceso de producción de estas moléculas oxidantes entra en estado de estrés oxidativo; y por tanto circulan en el organismo moléculas que producirán lesiones a distancia, con acortamiento en la vida útil del deportista por lesiones en las articulaciones, envejecimiento prematuro de los tejidos, fatiga rápida, enfermedades cardíacas, lesiones frecuentes musculares y articulares, entre otras.
La “contaminación invisible” amerita un nuevo enfoque
Además, no debe olvidarse que estos deportistas también viven en una sociedad expuesta a la alta contaminación ambiental provocada por muchos de los 100.000 productos químicos nuevos que el hombre ha producido en los últimos 60 años (“Los combates por la Vida., Luc Montagnier, 2008).
Centenares de ellos se acumulan lentamente en los tejidos y llevan a una intoxicación progresiva que condiciona en forma negativa su organismo, que solo se pondrán en manifiesto con los nuevos estudios que utiliza la Medicina Biomolecular.
Los metales -conocidos como tóxicos desde hace más de 2000 años- se acumulan en forma lenta en el organismo, y éste no los puede eliminar. En un primer momento se distribuyen en forma homogénea en todo el organismo, pero luego se reacomodan de forma tal, que, por ejemplo, en los huesos localizan en el límite con el cartílago articular; y en el cerebro, en la materia gris. Afortunadamente, hoy podemos evaluar las distintas formas de intoxicaciones crónicas y tratarlas.
La variación de la capacidad física de las personas que se entrenan está condicionada en un 50 % por los genes (Sabater Tobella, J. Medicina Personalizada Posgenómica. Pag: 290. Editorial Elsevier Masson); pero que éstos funcionen correctamente depende de la interrelación con el medio ambiente: hábitos, estrés, alimentación, contaminación ambiental, consumos de alcohol, fármacos, drogas, nutrición y otras, que justifican la importancia de los nuevos estudios genéticos que la Medicina Biomolecular ha incorporado y utiliza en los deportistas.
Este alto porcentaje, del 50%, explica la expresión del genetista Sabater Tobella que sostiene que en algunas personas la genética puede ser más importante que el propio entrenamiento, ya que al ser estudios predictivos, analizar los genes hace posible indicar protocolos de conductas preventivas a seguir: elección del ejercicio y deporte a realizar; cambios de hábitos; medicaciones específicas; elección de tipo de rehabilitación y muchas otras más.
En la actualidad es posible evaluar más de 30 genes, cuyas alteraciones darán lugar – si se suman factores medioambientales- a las lesiones mencionadas por la contaminación, provocando una mayor predisposición a acortar la vida útil del deportista por lesiones en huesos y cartílagos; padecer determinados grupos de enfermedades; estar predispuesto al paro cardíaco súbito; padecer trastornos metabólicos; y sufrir lesiones frecuentes.
“Por eso es tan importante que los deportistas –sobre todo los de alto rendimiento- se realicen estudios desde el enfoque médico biomolecular”, indica el doctor Zabala Begnis: Diagnóstico Biofuncional Computarizado; Mineralograma en Cabello; Test de Tolerancia a los Alimentos; y el estudio en sangre de "moléculas oxidantes”.
El estudio genético se hace una sola vez y tiene validez para toda la vida", marca el profesional, y aclara que de esta manera los deportistas “podrán prevenir futuras lesiones y dolencias, algunas de las cuales pueden ser para toda la vida”.
Actualmente el Dr. Zabala Begnis patrocina la creación de la Sociedad Argentina de Medicina Biomolecular, y trabaja para formar una fundación que permita difundir y extender esta metodología de trabajo para hacerla accesible y lograr que los estudios de contaminación del organismo se impongan como rutina, dado que la contaminación ambiental afecta a la salud de toda la población sin importar estratos sociales.