Las alergias producidas por la comida suelen ser un dolor de cabeza. Es muy común observar que, después de ingerir determinados alimentos, el organismo genera reacciones, que podrían no tener importancia, pero también podrían ser señal de una alergia hasta allí desconocida.
No obstante, ahora es posible evitar esto, ya que está disponible un sistema que permite detectar la intolerancia alimentaria que presentan las células sanguíneas no sólo frente a determinados alimentos sino también con respecto a los aditivos y colorantes utilizados en las comidas que componen la dieta diaria.
Alcat es el único test biológico que reproduce en el laboratorio, in Vitro, la respuesta de las células sanguíneas frente a 150 alimentos así como también a las sustancias que los componen. Esta herramienta resulta fundamental para los especialistas a la hora de determinar la razón de una gran cantidad de manifestaciones alérgicas que hasta el momento no encontraban respuesta.
Una encuesta realizada recientemente por la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) reveló que alrededor del cinco por ciento de la población padece alergia a algún grupo de alimentos.
Según publicó la agencia de noticiass Pro Salud News, entre los más frecuentes se encuentran los lácteos, los pescados y mariscos, los cereales o frutas secas. El principal problema es que el diagnóstico de alergia fue elaborado por un especialista, sólo en el 51 por ciento de los casos.
El resto de los cuadros corresponde a una percepción personal basada en el malestar que puede generarse al consumir determinado producto. Con respecto a las pruebas, la mayoría de los datos son obtenidos a partir de test de piel realizados en el consultorio del médico alergista.
A partir de la puesta en práctica del test Alcat, que se aplica con éxito desde hace más de diez años en Estados Unidos, y también en diversos países de Europa, con una extracción de sangre se puede conocer cuáles son los alimentos que generarían problemas para, de esta manera, elaborar con ayuda de los profesionales, una dieta a la medida de cada paciente.
De esta manera, es posible evitar trastornos gastrointestinales, cuya manifestación más frecuente son las náuseas, la diarrea, el dolor abdominal e incluso el síndrome de colon irritable; dermatológicos pues puede generarse dermatitis, eczema, urticaria, acné; y respiratorios dado que, en muchos casos, la rinitis y la alergia, por ejemplo, se originan como consecuencia de la ingesta de determinados alimentos.
El test, es bastante sencillo de realizar. Primero se toma una muestra de sangre y luego se mezcla ésta con los extractos alimentarios que se quieren analizar para comprobar cómo reaccionan los glóbulos blancos. Tras varias horas de proceso en el laboratorio, un sofisticado sistema de análisis celular, "citómetro", detecta si ha habido cambios en las células presentes en cada uno de los cultivos analizados. Finalmente, el tratamiento informático concluirá, en caso de ausencia, que no hay intolerancia. Por otro lado, si hubiera una reacción, se determinará que sí existe algún tipo de intolerancia alimentaria.
El resultado positivo puede ser de tres grados: Bajo, medio o alto, y cada uno está asociado a un código de colores. En caso de que los datos obtenidos indicaran que la intolerancia es media o alta, el especialista deberá confeccionar una dieta sustitutiva en la cual la sustancia problemática no esté presente.