A diferencia del dolor de origen mecánico, debido a movimientos o posturas, este tipo de padecimiento no mejora con el reposo y se incrementa con el tiempo. El tratamiento requiere de una consulta con un médico reumatólogo. Un sencillo cuestionario permite identificar qué tipo de dolor de espalda tiene el paciente.
El dolor de espalda que permanece más de tres meses, se agrava y afecta la calidad de vida en forma progresiva, podría deberse a una enfermedad crónica autoinmune denominada espondilitis anquilosante (EA). Esta condición suele aparecer en hombres jóvenes de entre 20 y 30 años, quienes rara vez sospechan que se encuentran ante una afección reumática.
Marcos Rosemffet, médico de Planta del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP), comentó que la espondilitis anquilosante “es una enfermedad reumática que compromete las articulaciones, principalmente de la columna, generando rigidez y limitación funcional”.
También puede afectar otras articulaciones, y “por ser una enfermedad sistémica puede afectar a otros órganos, como ojos, intestino, corazón y pulmón, así como a los lugares donde los tendones y los ligamentos se unen a los huesos”, detalló.
Esta enfermedad autoinmune tiene un componente hereditario: se detectó una fuerte asociación con el gen HLA B27, además de factores genéticos y ambientales, entre otros. Un trabajo publicado en la Revista Argentina de Reumatología del grupo del IREP muestra que el 90% de los pacientes estudiados tiene dicho gen.
Es importante diferenciar en forma precoz esta enfermedad de otros tipos de dolor de espalda, ya que el abordaje terapéutico para el dolor de origen mecánico (el más frecuente) es muy diferente al indicado para el de origen inflamatorio.
En la espondilitis anquilosante se produce un dolor inflamatorio que “es habitualmente de reposo y mejora con la actividad, por lo tanto en un individuo joven con dolor de espalda que dure más de tres meses, y que presente estas características, se aconseja realizar la consulta con el especialista (reumatólogo)”, recomendó el Dr. Rosemffet, quien además es presidente del Comité Científico de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR).
También se presenta dolor e inflamación en las articulaciones y/o en la unión del tendón con el hueso y rigidez en la parte baja de la espalda (la zona lumbar) por la mañana.
El diagnóstico se confirma con cuestionarios, mediciones, pruebas de laboratorio (estudios genéticos) y estudios de imágenes que “en conjunto permiten arribar al diagnóstico, conocer el estado del paciente y hacer un seguimiento muy bueno de su evolución”, afirmó el especialista.
El tratamiento incluye antiinflamatorios no esteroides (AINES), corticosteroides y drogas modificadoras del curso de la enfermedad complementadas con un plan de rehabilitación.
“En el caso de falla en la respuesta o cuando hay afectación de columna con inflamación demostrada por estudio de imágenes se utilizan, con muy buena respuesta, las terapias biológicas”, declaró el Dr. Rosemffet, y concluyó que “en general se cree erróneamente que las enfermedades reumáticas sólo afectan a gente de edad avanzada. Existe compromiso desde la niñez , por lo que siempre se debe estar alerta, sobre todo en los casos en donde la genética juega algún rol”, como en el caso de la espondilitis anquilosante.