Ni hacen falta estadísticas que demuestren que con la llegada de las primeras temperaturas bajas del año, aparece la necesidad de usar el baño más seguido. Eso genera dudas en muchas mujeres, y sobre todo en las que sufren cistitis o infecciones urinarias a repetición, ya que el aumento de la frecuencia urinaria (es decir, la necesidad de ir al baño más seguido) y de la urgencia (apenas aparecen las ganas) están entre los principales síntomas.
Ni hacen falta estadísticas que demuestren que con la llegada de las primeras temperaturas bajas del año, aparece la necesidad de usar el baño más seguido. Eso genera dudas en muchas mujeres, y sobre todo en las que sufren cistitis o infecciones urinarias a repetición, ya que el aumento de la frecuencia urinaria (es decir, la necesidad de ir al baño más seguido) y de la urgencia (apenas aparecen las ganas) están entre los principales síntomas.
Otros de los posibles síntomas de una cistitis a los que hay que prestar atención a fin de consultar al médico, pueden ser el ardor o dolor al orinar, sensación de presión o calambres en el bajo vientre, o incuso algunas líneas de fiebre.
La anatomía femenina hace que las cistitis y otras infecciones del tracto urogenital sean mucho más frecuentes en ellas que en los varones. De hecho, la mayoría de las mujeres adultas padece cistitis (inflamación de la vejiga, que es el caso más típico) al menos una vez.
Alrededor del 80% de las infecciones urinarias son producidas por la bacteria Escherichia coli, tienen tratamiento, y el hecho de que sean comunes no significa que no haya que recurrir al médico, ya que de no ser tratadas, sus complicaciones pueden ser muy graves.
Si bien el doctor Amado Bechara, Jefe de Unidad de la División de Urología del Hospital “Carlos Durand” de la Ciudad de Buenos Aires y profesor de Urología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), aclara que en principio “no hay datos de que las bajas temperaturas sean por sí solas un factor predisponente para las infecciones urinarias”, estas últimas no dejan de ser frecuentes en otoño e invierno.
Recientemente se ha descubierto1 que existe un componente de los arándanos llamado proantocianidina, que impide la acción de las vellosidades (“fimbrias”) con que la bacteria Escherichia coli se adhiere a las células de los tejidos mucosos internos, y por lo tanto evita que prolifere.
De manera que a los múltiples beneficios científicamente comprobadas del arándano –como el de ser, según el Departamento de Agricultura Estadounidense, el fruto con mayor poder antioxidante–, se suma la protección natural ante infecciones urinarias.
Entre las mujeres que consumieron diariamente una dosis polvo de extracto de arándano, la presencia de Escherichia coli en la vagina se reduce en 10 veces, y en más de 4 veces en la vejiga, de acuerdo con un estudio publicado en la revista de la Asociación Estadounidense de Urología (AUA) en 2007.
De hecho, el Consenso intersociedades para el manejo de la infección del tracto urinario, publicado conjuntamente por la Sociedad Argentina de Urología (SAU), la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y la Sociedad de Ginecología Y Obstetricia de Buenos Aires (SOGIBA), entre otras entidades médicas, da cuenta de dos estudios que certifican que el consumo de jugo de arándano “puede reducir el número de infecciones urinarias en un período de 12 meses en mujeres”.
Por ese mismo motivo, las Guías sobre Infecciones Urológicas elaboradas en 2013 por la Asociación Europea de Urología (EAU) recomiendan directamente consumir 36 mg diarios de proantocianidina, el mencionado componente activo del arándano.
“En las mujeres que sufren infecciones urinarias a repetición, el consumo sistemático del arándano aumenta el tiempo libre de recidivas entre infecciones”, asegura a su vez el doctor Bechara, quien además explicó que esta “barrera de protección natural” creada por el extracto del arándano también ayuda a disminuir la necesidad de recetar antibióticos como profilaxis.
De esta manera, señala, se contribuye a bajar el riesgo de que las infecciones se vuelvan resistentes a los antibióticos, que es el gran riesgo que enfrenta hoy la medicina por el uso excesivo de este tipo de medicamentos.