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27 de diciembre de 2024
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Cáncer cérvico-uterino: 3 mil casos por año
El cáncer cérvico-uterino es el segundo en incidencia entre las mujeres en nuestro país por detrás del cáncer de mamas. Es una enfermedad que se produce cuando las células comienzan a sufrir transformaciones o alteraciones conocidas como “lesiones”.
4 de abril de 2014
El cáncer cérvico-uterino es el segundo en incidencia entre las mujeres en nuestro país por detrás del cáncer de mamas. Es una enfermedad que se produce cuando las células comienzan a sufrir transformaciones o alteraciones conocidas como “lesiones”.

Este tipo de cáncer es causado por el Virus de Papiloma Humano (VPH), que se transmite por contacto sexual. En la mayoría de los casos, el virus desaparece solo, sin causar ninguna manifestación o síntoma en el cuerpo. Sólo en una pequeña proporción de casos, alrededor del 5%, el virus puede tornarse persistente, pudiendo estas lesiones con el tiempo convertirse en cáncer.

Sin embargo, tener VPH no significa tener cáncer. La oncóloga clínica Victoria Costanzo, del Instituto Alexander Fleming, puntualiza que: “por un lado, no todos los serotipos de VPH se asocian a cáncer de cérvix, esta relación es prevalente con los serotipos 16 y 18. Por otro, la mayoría de las infecciones son transitorias y desaparecen en el lapso de 1 a 2 años. Sin embargo aquellas mujeres con infección persistente tienen riesgo alto de presentar lesiones pre-neoplásicas y evolucionar a carcinoma”.

Las lesiones precancerosas y el cáncer en sus estadios tempranos, que puede hacerse presente, inclusive, en mujeres jóvenes, generalmente no producen síntomas, pudiendo pasar hasta 10 años antes de que las lesiones precancerosas se conviertan en cáncer. Es por este motivo que resulta fundamental la acción preventiva. Hay tres formas de hacerlo:

* Vacuna del VPH: Previene la infección de estos virus que causan aproximadamente el 80% de los casos de cáncer de cuello de útero. La vacuna es gratuita y obligatoria en todo el país para las niñas de 11 años. Son necesarias 3 dosis para conseguir la máxima protección.

* Test de Papanicolaou (PAP): Es una manera sencilla y efectiva de prevenir el cáncer cérvico-uterino. Permite detectar células anormales asociadas a lesiones precursoras de cáncer, que al ser tratadas no evolucionarían. Se recomienda que se realicen el PAP las mujeres a partir de los 25 años. Si durante 2 años seguidos el PAP da negativo, se puede espaciar a 3 años

* Test de VPH: Este recurso disponible en algunas provincias del país posibilita detectar la presencia de ADN de VPH de ‘alto riesgo oncogénico’ en las células del cuello del útero; ello significa la posibilidad de controlar el desarrollo de las lesiones, incluso antes de que se produzcan.

Al respecto, la Dra. Costanzo afirma: “Dado que en este tipo de cáncer la mayoría de los casos se asocian al Virus de Papiloma Humano, es clave evitar la infección viral, es decir, prevenirla a través de la vacunación. Esto equivale a evitar el desarrollo de la enfermedad y las muertes por esta causa. El riesgo de infección por VPH existe desde el inicio de la actividad sexual, por eso, y necesariamente, la vacunación debe ser previa a la exposición al agente viral”.

Se estima que en nuestro país cada año hay 3.000 nuevos casos de cáncer de cuello de útero y se producen 1.800 muertes a causa de esta enfermedad. Según una encuesta del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) sobre 1.200 mujeres de Capital Federal y Gran Buenos Aires, el 85% no conoce las causas del cáncer cérvico-uterino y el 33% no sabe cómo se previene. Este alto nivel de desinformación abona el terreno para que prevalezca la enfermedad. Es por eso que se considera al cáncer de cuello de útero el tumor que refleja con mayor crudeza la desigualdad social en salud.

En ese contexto, en el marco del proyecto para el mejoramiento del Programa Nacional de Prevención de Cáncer de Cuello Uterino en Argentina, en el 2007 se realizó un diagnóstico de situación sobre el cáncer de cuello de útero. Dicho diagnóstico develó que las provincias con mayores tasas (Jujuy, Chaco, Misiones, Formosa y Salta) presentaron valores cuatro veces más altos que el de la jurisdicción con menor mortalidad (Ciudad de Buenos Aires).

Las mujeres que residían en las regiones de Noroeste (NOA) y Noreste (NEA) fueron las que mayor probabilidad tenían de no haberse tamizado en los dos últimos años.

“El cáncer de cuello de útero afecta principalmente a mujeres de bajo nivel socioeconómico, socialmente vulnerables y con bajo acceso a los servicios de salud. La baja participación de las mujeres en los programas de prevención se relaciona con la existencia de barreras de acceso al sistema de salud (inaccesibilidad geográfica a los centros de salud que existen en algunas zonas, demoras y esperas prolongadas para la asignación de turnos y resultados); la falta de recursos económicos para cubrir el traslado; cuestiones culturales o de género (pudor a exponer su cuerpo desnudo, el temor a un resultado anormal, la necesidad de una organización doméstica especial para asistir a la cita del PAP y la falta de apoyo de las parejas y/o de las familias); entre otras, atentan contra la posibilidad de controlar esta enfermedad”, indica el oncólogo, Gonzalo Giornelli, del Instituto Alexander Fleming.