Las tormentas eléctricas no son fenómenos excepcionales. En el mundo ocurren 50 mil por día y solamente algunas de ellas causan víctimas fatales. La fuerza de un rayo puede descargar entre 20 y 100.000 millones de voltios, con un promedio de 100.000 amperes. Una corriente de esta magnitud es capaz de desplazar un bloque de piedras de 5 toneladas.
Las tormentas eléctricas no son fenómenos excepcionales. En el mundo ocurren 50 mil por día y solamente algunas de ellas causan víctimas fatales. La fuerza de un rayo puede descargar entre 20 y 100.000 millones de voltios, con un promedio de 100.000 amperes. Una corriente de esta magnitud es capaz de desplazar un bloque de piedras de 5 toneladas.
En los Estados Unidos, se estima que por el efecto de este fenómeno mueren aproximadamente 3 mil personas al año y otras 10 mil reciben heridas de consideración, aunque se considera que el número puede ser superior, ya que los casos aislados no suelen ser reportados.
Las consecuencias más graves suelen ser cardíacas y neurológicas. Otras usualmente menos severas son las quemaduras cutáneas, las lesiones musculares que pueden derivar en daño renal, alteraciones de la audición y en forma diferida, la formación de cataratas oculares, entre otras.
Las lesiones neurológicas más importantes incluyen estados de coma, alteraciones neurocognitivas, hemiplejía, alteraciones del habla (afasia), hemorragias intracraneanas, convulsiones, dolores neuromusculares, entre otras. En cambio, las alteraciones cardiovasculares suelen ser las que ponen en riesgo la vida de las personas afectadas, ya que van desde episodios de hipertensión o hipotensión arterial hasta arritmias severas que pueden llevar a la muerte en pocos minutos.
En consecuencia, es muy importante saber qué hacer en una circunstancia tan extrema. Algunos estudios muestran que entre el 20 y el 30% de las víctimas de un paro cardíaco por esta causa se puede recuperar con maniobras de reanimación cardiorrespiratorias realizadas adecuadamente.
El paro cardiorrespiratorio se atiende en el lugar del accidente (si la tormenta sigue, buscar un sitio próximo que esté a resguardo) para tener más posibilidades de resucitación. Cada minuto de demora incrementa en un 10% la mortalidad.
“La clave del éxito en estos casos es entrenar a amplios sectores de la población para que puedan reaccionar eficazmente en situaciones de emergencia” sostiene el Dr. Jorge Ubaldini, Director del Instituto del Corazón del Hospital Británico y Profesor de Emergentología de la Universidad Católica Argentina. Además agrega “En los lugares de concentración masiva de personas, es fundamental contar con los elementos y personal preparado para dar los primeros auxilios en situaciones de emergencia”.