Aproximadamente el 20% de los pacientes que sufre un ACV presentan, durante los primeros 3 a 6 meses, un cuadro de espasticidad. Al cabo de un año, esta cifra puede ascender hasta un 80%.
Una de cada seis personas sufrirá un accidente cerebrovascular (ACV) en algún momento de su vida, y una de las consecuencias más comunes después de sufrir este tipo ataque cerebral es la espasticidad que constituye una secuela motora importante a partir del aumento de la resistencia de los músculos a ser estirados pasivamente.
En los países occidentales el ACV es el principal responsable de discapacidad física grave en adultos. Aproximadamente un 25% de los sobrevivientes, pasados 6 meses del accidente, no podrá caminar sin ayuda, mientras que un 60% no podrá incorporar su mano afectada para realizar actividades cotidianas.
“Cuanto más intente el paciente movilizar el brazo o la pierna afectada, más resistencia y sensación de endurecimiento experimentará”, explica la médica fisiatra Dra. Roxana Secundini.
Estas dificultades motrices, junto al dolor que puede presentarse, deterioran notablemente la calidad de vida de los pacientes, haciéndolos dependientes para realizar actividades de la vida diaria como caminar, alimentarse, vestirse o higienizarse.
Patrones de espasticidad más frecuentes
La Dra. Secundini puntualiza que como consecuencia del daño cerebral se desarrollan patrones de espasticidad, predominando frecuentemente la flexión y aducción en el hombro (el brazo permanece pegado al tronco), el codo permanece en flexión (lo que le genera al paciente inestabilidad al querer levantarse de una silla o al caminar, con más posibilidades de caídas o imposibilidad de alcanzar objetos a pesar de tener una buena recuperación en la mano) y la mano cerrada (que impide la higiene o el poder ayudar en algunas actividades a la mano sana).
“Esto genera enorme incomodidad y dolor. No pueden llevar el brazo a otra posición y sienten permanente tensión en la extremidad”, concluye.
En el miembro inferior suele suceder lo contrario, predomina un patrón extensor. Esto lleva a que muchas veces el talón no pueda apoyarse en el piso, o que al caminar el pie se apoye sobre el borde externo – lo que genera una sensación de esguince en cada paso- dando inestabilidad e imposibilitando a caminar. Algunas veces, por ejemplo, la rodilla permanece extendida haciendo difícil que el paciente pueda ingresar a un auto o colocarse un zapato.
Tratamientos y Espasticidad
Si bien la espasticidad no puede curarse por completo, puede tratarse y obtenerse excelentes resultados que mejoren significativamente la calidad de vida no solo del paciente sino también del cuidador.
Existen tratamientos por vía oral –pastillas-, estos actúan a nivel general, provocando relajación de todos los músculos, ya sea los que sufren o no espasticidad, y generando a veces efectos que no son deseados como, por ejemplo, el aumento del sueño.
Actualmente existen otros tratamientos como el que se realiza con BOTOX® (Onabotulinumtoxin A), que permite seleccionar el músculo a tratar. Esto es clave, pues nos permite elegir los grupos musculares que están funcionando mal porque reciben un estímulo incorrecto desde el cerebro.
“Lo que se busca a través de la aplicación de Onabotulinumtoxin A en los músculos más afectados es disminuir la capacidad de responder a esa información errónea y constante que reciben desde la lesión ubicada en el cerebro. Por lo tanto, la toxina botulínica relaja el músculo y disminuye la respuesta”, explica la Dra. Secundini.
Este tratamiento nos da la oportunidad de tratar la espasticidad pensando en lograr facilitarle al paciente actividades de la vida diaria, como vestirse, bañarse, comer, caminar, etc. Modifica la incapacidad funcional permitiendo lograr una mayor independencia funcional, indica la especialista.
En los casos leves, el objetivo del tratamiento mediante esta infiltración será que los pacientes logren la mayor movilidad posible en los miembros afectados. En los casos más severos el objetivo será lograr una mejor postura, más cómoda y no dolorosa, tendiendo a aumentar la independencia en las actividades de la vida diaria.
“En estos casos severos muchas veces no se logra movimiento, pero se consigue la sensación de simetría de su cuerpo, que el paciente refiere como un logro importantísimo“, explica la especialista en fisiatría y agrega que los objetivos son diferentes dependiendo de la severidad de la lesión.
Debe procurarse siempre ser atendido por un especialista idóneo. La rehabilitación multidisciplinaria con médicos fisiatras, kinesiólogos, fisioterapeutas, terapistas ocupacionales es fundamental para el abordaje de la espasticidad. Otra cuestión para el tratamiento es la es la reeducación, la elongación de los músculos acortados, el fortalecimiento muscular, el estímulo a participar con el miembro afectado en actividades funcionales que incluyan a los músculos tratados.