Una investigación refleja que el 81% de los médicos pediatras argentinos consideran beneficioso aplicar la vacuna contra la meningitis meningocóccica a los 9 meses de edad y coinciden en que cuanto menor es el número de dosis necesarias, más fácil será para los padres seguir y cumplir el esquema de vacunación.
La meningitis meningocóccica es una de las enfermedades infecciosas que deben ser especialmente consideradas al pensar en el cuidado de la salud de los hijos, debido a su gravedad: puede ser mortal en el 50% de los casos no tratados o no tratados a tiempo, y en un 5% a 10% en pacientes bien diagnosticados oportunamente y tratados de manera adecuada.
Los niños suelen ser los más propensos a contraer esta enfermedad y los menores de 1 año conforman el grupo más afectado debido a la inmadurez del sistema inmunológico (el organismo no está preparado para enfrentar la bacteria).
Sin embargo, distintos factores inciden a la hora de planificar la vacunación, como por ejemplo la edad y tipo de paciente (grupo de riesgo o no), el seguimiento del calendario de vacunación (pueden acumularse muchas aplicaciones en un mismo mes), el momento del año (otoño-invierno propician la proliferación de bacterias), si el niño está sometido a situaciones de hacinamiento (que favorece el contagio) o si realizará un viaje a zonas endémicas, entre otros.
En la actualidad, en nuestro país contamos con vacunas disponibles que previenen contra 4 de los 5 serogrupos con mayor circulación e incidencia (A, C, W135 e Y) indicadas a partir de los 9 meses de edad en adelante. En este sentido, una investigación realizada por la investigadora de mercado Kitelab sobre 120 médicos pediatras de Argentina demostró que el 81% de los consultados consideran mejor aplicar la vacuna contra la meningitis meningocóccica a los 9 meses, no sólo para asegurar la protección temprana sino también porque en ese momento no es necesario aplicar otras vacunas a los bebés (siguiendo el Calendario Nacional).
A su vez, los doctores coinciden en que cuanto menor es el número de dosis necesarias, más fácil será para los padres seguir y cumplir el esquema de vacunación.
¿Qué es la meningitis meningocóccica?
La meningitis es la inflamación de las meninges, que son las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. Cuando el agente que la causa es la bacteria Neisseria meningitidis (o meningococo) se considera una urgencia médica ya que afecta principalmente a niños y adultos jóvenes sanos y evoluciona mucho más rápidamente que otras infecciones comunes: puede ser letal o causar secuelas severas.
Los síntomas más frecuentes son rigidez de nuca, fiebre elevada, fotosensibilidad, confusión, cefalea y vómitos. Incluso cuando se diagnostica tempranamente y recibe tratamiento adecuado, un 5 a 10% de los pacientes fallece, generalmente en las primeras 24 a 48 horas tras la aparición de los síntomas. La meningitis bacteriana puede producir daños cerebrales, sordera o discapacidad de aprendizaje en un 10 a 20% de los supervivientes.
Una forma menos frecuente pero aún más grave de enfermedad meningocócica es la septicemia meningocócica, que se caracteriza por una erupción cutánea hemorrágica y colapso circulatorio rápido.
Con respecto a las formas de transmisión, el contagio se produce de persona a persona a través de las secreciones orales por medio de utensilios (compartir cubiertos, vasos, entre otros.), besos, estornudos o tos, realización de maniobras de reanimación boca-boca sin protección, entre otros.
Por este motivo, la prevención oportuna y el tratamiento adecuado de la enfermedad resultan indispensables para cuidar la salud tanto de los niños como de la comunidad: a mayores tasas de vacunación menor es la posibilidad de transmisión de la bacteria.